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EL ESTADO DE LOS TRIBUNALES ·
La primera sentencia del caso Imelsa se salda con condenas durísimas, pero la absolución del PPSecciones
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EL ESTADO DE LOS TRIBUNALES ·
La primera sentencia del caso Imelsa se salda con condenas durísimas, pero la absolución del PPInicio, nudo y desenlace. La historia terminó bien. Para la Fiscalía, claro. Pero el trayecto hasta ese desenlace no fue plácido. Aquel cambio de ... estrategia de Marcos Benavent, de colaborador a saboteador, llevó la intranquilidad a la acusación pública que había cimentado buena parte de sus investigaciones en los famosos audios del exgerente de Imelsa. Y más después de algunas testificales en las primeras sesiones de ese primer juicio. Imaginen ustedes que el mayor caso de corrupción jamás descubierto en la Comunitat, se desmorona como un castillo de naipes por el inicio de la investigación de la UCO, la copia de los pendrives y/o la ruptura de la cadena de custodia. Tampoco la sentencia, 190 folios y siete meses de elaboración, dedica demasiado espacio a certificar la legalidad del inicio de las pesquisas. El asunto, capital para esa pieza pero también para la suerte de las restantes, se solventa en un par de folios. El abogado de Benavent asegura que la sentencia de la Audiencia les deja en una posición privilegiada para recurrir. «El fallo no ha entrado en la intromisión de la intimidad virtual», indicó. La condena de siete años y medio a Benavent y los nueve a su socio Barat castiga el saqueo de Imelsa, después Divalterra y ahora ya, por fin, liquidada. Juan José Medina, exvicepresidente popular y también el propio PP, salen indemnes de esta situación. Es el segundo match ball que salva Medina tras el archivo del pitufeo. Por méritos propios ya puede ingresar en esa lista de agraviados por la corrupción que luego terminan absueltos. La contabilidad de Camps asegura que son más de 200.
Los 'zombis'. La segunda pieza de Imelsa, los 'zombis', se está juzgando esta semana. El juicio ya deja dos anécdotas para la posteridad, de esas que los tres magistrados del tribunal harían bien en recordar en la sobremesa de cualquier comida. La primera es la de Juan Francisco Cañizares, un acusado que reconoció, a pecho descubierto, una malversación. Pero ojo, al mismo tiempo rechazó un pacto con la Fiscalía. Y todo esto ante la atónita mirada de su propia defensa, descolocada ante el espectáculo. «Vengo a decir la verdad. Me ha puesto el abogado el PSPV. No confío en mi defensa. Quieren que diga que trabajé en Imelsa, pero yo era el del mantenimiento del partido». Además, añadió la cuestión económica: «No tengo un duro». Cuesta entender cómo una persona que mostró tan pocos recursos pudo ser asesor de alguien. No fue la única sorpresa. Antonio Gil Monteagudo se presentó en un primer momento como eficiente trabajador de Ciegsa y dejó sin palabras al fiscal, con quien había pactado previamente. «Esto es la verdad absoluta», proclamó. Tras un receso, su defensa pidió que declarara otra vez. Increíble. «En realidad trabajaba para el PP. Todo el mundo lo sabía». De locos.
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