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He criticado muchas veces a Fran Ferri, síndic de Compromís. Le he intentado meter en aprietos y en jardines en los que él no quería ... entrar. Me ha discutido y se ha enfadado con mis artículos... pero un día presenté una novela y él y Antonio Montiel (síndic de Podemos, otro que se fue) estaban allí sin motivación política, sólo por afecto. Nadie más de Les Corts. Porque no pudieron o no quisieron. Hay que recordar las presencias, aunque a Montiel y Ferri no se han ahorrado ni un palo por ello. A lo mejor, por miedo a que la relación personal debilitase mi mirada, hasta les he dado de más. Así que ahora tampoco me puedo ahorrar recordar que, a pesar de sus enfados, de las críticas y los aprietos, Ferri siempre me trató bien, me sentí respetado pensase lo que pensase de mí, que no siempre fue bueno y me consta que en muchas ocasiones fue distinto. Eso no se puede decir de todo el mundo. En este negocio de la política tropiezas mucho con lo que no son capaces de ver más allá de sus posiciones partidistas, sin llegar al hueso, es decir, a las personas.
Reclamaba ayer Puchalt, concejala exonerada en la causa del pitufeo, prorrogada seis años hasta que al final se ha archivado, que no hay que perder la perspectiva de que se investiga a personas. A veces, estoy seguro, no he templado lo suficiente mis palabras cuando he escrito sobre Ferri. Pedirle perdón, y lo hago, quizá no vale de nada, pero tener en cuenta lo que dice Puchalt y el modo que el inminente exsíndic ha encajado, en líneas generales, las críticas a su actuación, es importante.
No todos trabajamos igual, o podemos trabajar lo mismo, o acertamos en la misma proporción cuando tomamos decisiones, pero quizá sea bueno bajar el listón del ensañamiento. Hacerlo de verdad, no con los de tu cuerda solamente, o de cara a la galería. Al menos hoy, voy a recordar que Ferri se va y dijo que se iba a ir (no tan pronto, pero en esencia va a cumplir lo que anunció). Isabel Bonig le dedicó palabras de cariño sincero en su despedida como síndica, y ahora, cuando el que se va es él, vuelve a hacerlo en las redes sociales... y Bonig no hace prisioneros por capricho, y mucho menos en las filas de Compromís. La que fuera líder del PP le desea que sea feliz, y yo también. Es lo que todos debemos desearnos, en realidad. Si en la política, pero también en el resto de asuntos de nuestra vida, explotásemos más la empatía hacia los que nos parecen rivales, al final seguramente descubriríamos que las personas buenas pueden pensar muy distinto sobre muchas cosas sin ser, en su esencia, tan diferentes.
Que tinguis sort, Fran Ferri.
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