La frontera de la despoblación la marca el agua
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Pueden darle las vueltas que quieran los políticos al uso, caben estudios sesudos y de todos los colores que apunten en las direcciones más apetecibles ... o reconocibles por unos u otros, porque el asunto es poliédrico y tiene circunstancias sin fin, pero si afinamos un poco la vista caemos enseguida en una característica de lo más extensa para explicar lo de la 'España vaciada': la frontera del despoblamiento la marca el agua.
Ojo, no nos referimos al agua potable o a que pase cerca un río, sino a que haya regadío. Porque la base de la desertización, que implica el abandono del lugar, está en la falta de rentabilidad de la agricultura, y esto depende, antes que nada, del agua: bien de la lluvia, bien del riego. Ahora mismo hay sequía en toda España porque hace tiempo que no llueve, al menos no al gusto de las necesidades reales para lo que depende del agua caída. Pero esa sequía se expresa sobre todo donde se depende directamente de la lluvia para que crezca el cereal y fructifiquen bien almendros y olivos. Donde hay red de regadío, si no llueve se riega. Sale más caro, porque la lluvia es gratis, por ahora, pero más caro es quedarse sin nada.
Los embalses están por debajo de las medidas de años pasados en casi todo el país, pero se sigue regando donde hay red de distribución del agua guardada. En algunos sitios ya con restricciones y hasta racionamientos, pero se puede regar. Donde no hay nada que racionar y tampoco llueve, el trigo se va a quedar en poco o nada y la floración primaveral corre riego de quedar en efímero adorno.
En la Comunitat Valenciana, por ejemplo, hay sequía porque no llueve desde hace muchos meses. Sorprende escuchar que en otros sitios llevan mes y medio sin que caiga ni gota. Aquí llevamos así casi medio año, el otoño fue de los más secos, y sin embargo los embalses del Turia, Júcar y Mijares están para resistir bastante bien los próximos meses, incluso todo el año y parte del siguiente aunque persevere la falta de precipitaciones. Estos son los 'milagros' de disponer de embalses de regulación, ahora tan denostados por generaciones de nueva ola que no se percatan de la conveniencia de guardar en épocas de vacas gordas para cuando lleguen las flacas; que no se dan cuenta de que esas disponibilidad de riego o no, de río o de pozo marca la frontera. Donde no hay regadío no existe seguridad para producir en los campos y nadie va a regresar para ocupar lo que ya dejaron otros tiempo atrás, porque nada ha cambiado. Los nuevos pobladores que llegan de la ciudad nunca sumarán una masa crítica suficiente para revitalizar un pueblo desierto o semivacío. Extiendan la red de regadío y verán cómo vuelve la vida.
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