Los funcionarios son eternos, y casi mejor
PALABRAS SOBRANTES ·
Secciones
Servicios
Destacamos
PALABRAS SOBRANTES ·
Puede parecer absurdo que un puesto de trabajo sea eterno. Que no haya modo de perderlo. Habría que revisar el número de expedientes abiertos por ... actuaciones de funcionarios que hayan derivado en despidos en la Administración valenciana. Pírricos, en proporción al volumen de la plantilla. Al margen de blindajes sindicales, partidistas y el escaso interés de los cargos políticos en meterle el dedo en el ojo a aquellos que deben tramitar la actividad de sus consellerias, lo cierto es que esa solidez de los empleos públicos es de agradecer. Sí, es un anacronismo, pero en vista de cómo se comportan los responsables políticos, casi será mejor que no les puedan mover la silla a los funcionarios. Raros, muy raros, son los casos en que no se aprovechen los nombramientos de libre designación en las consellerías y organismos públicos para no colocar en ellos a los afines, políticamente (izquierda, derecha), partidariamente (PP, PSPV, Compromís...) y personalmente afines (mío, mío, mío de los míos). Dichosa costumbre la de no quedarse uno tranquilo hasta que preside, alcaldea o lidera cualquier institución pública hasta que se ve rodeado de sus amigos, los más próximos de los más próximos. Salvo honrosas excepciones. En Labora, por ejemplo, personas con responsabilidades clave ya las ejercían con el PP. Y lo mismo cerca del despacho de Gabriela Bravo, al frente de Justicia y Administración Pública, si bien es cierto que no es esa conselleria, precisamente, la que goza de una estabilidad ni de una tranquilidad que sirva de ejemplo para nadie. Hay, por tanto, excepciones. Pero son eso, excepciones. Por ello, habrá que felicitarse de que los funcionarios sean eternos. De otro modo, no sería descartable que se diera el caso de consellerias en las que, con la lógica alternancia política, no quedase ni el apuntador. En plan siglo XIX. Pérez Galdós ya contaba lo de los funcionarios cesantes a capricho de cada cambio de signo político en el Gobierno.
En el PP se fue Bonig y la limpia ha sido curiosa. Y se ve como normal. Tanto como lo que ocurre ahora en la conselleria que en su momento dirigía Dalmau, que también tenía el gatillo fácil en cuanto detectaba disidencias. Llegó Illueca. Y algunas ya se van por su propia iniciativa, no esperan ni que las echen. Se asocia el servicio público a la confianza del líder. Otros son invitados a pirarse y se justifica en que el cese es una atribución del nuevo jerifalte. Y lo mismo ocurre con los grupos parlamentarios cuando cambia el síndic. La profesionalidad, que hasta podría medirse, se valora menos que la fidelidad, un intangible, así que mejor que los funcionarios estén blindados o tras cada ciclo electoral las colas del paro reventarían.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.