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Francia acaba de aprobar una ley que declara intocables e incuestionables los olores y los sonidos del campo y los pueblos; lo que aquí denominamos medio rural, que no deja de ser un término impuesto desde la modernez urbanita y que en el país vecino llaman más apropiadamente 'campagne', o sea, la campiña.
A partir de ahora nadie podrá denunciar en la campiña gala, ni siquiera quejarse, porque le molesten unos toques de campanas, el canto de un gallo, el rebuzno de un asno o los olores del estiércol de animales de granja.
Todo ha ocurrido a raíz de divulgarse los casos de dos gallos, llamados Maurice y Marcel, hasta inspirar la iniciativa legislativa. Maurice sucumbió, todavía joven, de muerte natural, pero antes protagonizó junto a su dueña una batalla judicial en la que salió victorioso. Unos vecinos denunciaron que les molestaba su 'kikirikí', pero el juez sentenció que lo más normal de un gallo es que cante, y más en un pueblo, por lo que nadie debe molestarse por ello, y sentenció que las cosas sigan como estaban y quien estuviera molesto que cambie de aires. Fue un caso simbólico: el mundo del campo ganaba la partida al creciente impulso de los 'neorrurales', quienes llegan a los pueblos buscando una 'paz' absoluta que, de prevalecer, acabaría con los hábitos de vida y hasta con los valores y las actividades tradicionales y profesionales de sus habitantes genuinos. Luego vino el agravio trágico, el campanazo definitivo con el desafortunado episodio del gallo Marcel, víctima de la escopeta de un vecino que mató a tiros los cantos matinales que le despertaban.
Había que hacer algo, y el poder legislativo galo se puso en marcha enseguida. En Francia, el gallo es símbolo nacional y tienen muy claro que hay que preservar los valores rurales. El resultado, esta ley que es claro ejemplo de ello: no cabrán más denuncias por estas cosas, y si a alguien no le gustan, que no vaya al campo, pero si va, que las respete, porque son 'valores inmateriales'.
Es muy probable que algo así no podría lograrse en España, con tantas competencias esparcidas y tanta burocracia contradictoria. En los 'reinos de Taifas' cada cual debe tener 'un rey en la panza' y habría opiniones de todos los colores. Además, por aquí andamos ahora más atentos a si los huevos que comemos son de gallinas 'libres' o esclavizadas. Podemos ha desplegado iniciativas que abogan porque en los comedores públicos sólo den huevos 'libres', con todo el argumentario ideológico al uso. Por 'libres' se refieren a que se críen en un corral, cuando debería ser en libertad total, a campo abierto, y quien más pueda que corra por ahí y que coma lo que recolecte con sus manos. Si queda algo.
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