Garzón, como Rossy de Palma
ROSEBUD ·
Hay actores secundarios que jamás resistirán un papel protagonistaSecciones
Servicios
Destacamos
ROSEBUD ·
Hay actores secundarios que jamás resistirán un papel protagonistaEl cielo quema como el infierno. Lo saben muchos actores devorados por el personaje que los hizo eternos. Es la argolla de la inmortalidad. Si miro a Tom Hanks sólo veo a Forrest Gump, ya abra una caja de bombones, viaje a la luna o ... naufrague en el Pacífico. Lo mismo diría de Daniel Radcliffe, para siempre Harry Potter, de Elijah Wood, confinado de por vida en Bolsón Cerrado, y si hurgo en nuestro más rancio pedigrí fílmico hasta de Andrés Pajares, a quien no sería capaz de situar en un universo sin ligueros mágicos pese a sus ímprobos esfuerzos en 'Ay, Carmela'. Frente a ellos están los otros, esos secundarios eficaces en la nimiedad pero difíciles de imaginar tras un papel principal. Mejor así, que sólo de pensar en un empacho pongamos por caso de Rossy de Palma advienen terremotos gástricos capaces de reventar la escala de Richter. Como el cine no es más que la vida contada en 24 fotogramas por segundo, nada impide proyectar sus leyes sobre nuestro enjambre político. El síndrome de Forrest Gump perseguiría a Pedro Sánchez y Mónica Oltra, quienes ya pueden tunear su chaqueta que jamás la harán reversible. Surgieron de las trincheras y ninguna pose institucional limpiará el barro que el cuerpo a cuerpo les adhirió en el imaginario colectivo como un cheque al portador. También los hay aquejados del síndrome de Rossy de Palma, aunque entre ellos nadie como Alberto Garzón. Sus tuits incendiarios cuando era mero actor de reparto, otra ola en la marejada que agita la red del odio, le permitieron durante años sobrevivir a la irrelevancia, en ocasiones gracioso, generalmente disparatado, siempre inocuo a su pesar. Pero aquel bullanguero secundario no aguanta un rol protagonista, aunque sea en un negociado invisible, porque el ministro de Consumo es sólo un agitador a quien se la trae al pairo el consumo. A día de hoy cuesta saber lo que piensa del precio de la luz, la cesta de la compra o la asfixia del comercio; de la especulación con los test de antígenos o la pérdida de poder adquisitivo. Sin embargo, tiempo ha tenido para soliviantar a ganaderos, carniceros, jugueteros, empresarios turísticos y hasta elaboradores de roscones de Reyes, amén de advertirnos de que la monarquía no traerá nada bueno. Mientras lima astillas, debería Sánchez fundir su Manneken Pis antes de que el rocío le empape también a él. Por su parte, correspondería al ministro intrascendente asumir la incompatibilidad de ir de antisistema y al mismo tiempo mamar de la teta pública. Ya lo advertía Diego Serrano tras fagocitar a Antonio Resines, no se puede ser marido y consuegro a la vez. Aunque nadie lo simplificó como Forrest Gump, cedámosle el broche ya que suya fue la apertura: tonto es el que hace tonterías.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.