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Conocía superficialmente la historia y la existencia de un libro que la contaba. Como casi siempre, me topé con la obra literaria por casualidad y, ... empujado por la curiosidad, la leí. El título, 'El hijo del chófer', del columnista de La Vanguardia Jordi Amat. Según el propio autor, su obra se incardina en ese subgénero de «no ficción» que inauguró Truman Capote con su 'A sangre fría'. Básicamente, esta fórmula utiliza hechos reales y, procurando no desmarcarse de ellos, desarrolla la narrativa. En el caso del título de Amat la historia gira en torno a la vida del periodista Alfons Quintà, conocido en los ambientes por ser el primer director de la historia de TV3 y, otrora, azote periodístico del presidente de la Generalitat catalana Jordi Pujol por sus incisivas columnas publicadas en El País sobre el enorme pufo que fue la entidad financiera familiar, Banca Catalana. El autor repasa desde los años del Alfons niño rodeado de la intelectualidad de un catalanismo moderado reunida en torno a la figura de Josep Pla, del que su padre fue chófer y secretario, pasando por su juventud de beligerante antifranquismo, la época de esplendor personal en la que se convirtió en referente nacional del periodismo, su entrega al pujolismo a cambio de la dirección de un ambicioso proyecto audiovisual del que abjuraría después, su ciclotimia y gula incontroladas, su tendencia al abuso y al acoso laboral y sexual, llegando, por fin, a su decadencia humana, física y profesional y al asesinato de su esposa y suicidio con una escopeta de caza en el año 2016 en Barcelona. Tendrán que disculpar el destripamiento de la trama -ahora se llama espóiler-, pero mucho antes fue la noticia en la prensa que la novela, y, en el caso de este tipo de obras, la enjundia siempre está en el nudo y nunca en un desenlace conocido de antemano. Aunque es evidente que la piedra angular del relato es la biografía de Alfons Quintà, ésta también sirve de justificación para que el autor pueda desentrañar cómo se construyeron las interrelaciones y las dependencias mutuas entre la política y el capital en la Cataluña postfranquista. Mecanismos e idiosincrasias tan diferentes, aunque algunos sigan poniendo todo el empeño en afirmar lo contrario, a las de los valencianos.
Una noche, Quintà, siendo aún corresponsal de El País, recibió una llamada telefónica de un hombre que parecía ya mayor y que con una voz trémula le rogaba que le confirmase si era cierto todo lo que había publicado sobre la pésima situación contable de Banca Catalana ya que tenía muchas acciones de esa entidad y andaba muy preocupado. Era Florenci, el padre de Jordi Pujol.
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