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Robert Redford entra en un viejo tiovivo que está reparando Paul Newman en camiseta. «Luther me dijo que aprendería mucho de ti. Él te tenía por un águila. ¿Qué ha pasado?». Newman sostiene un cigarrillo en los labios mientras se limpia la grasa que tiene en las manos por un trapo. «Estafé a un senador de Florida con unas acciones. Algún tío listo le abrió los ojos y me echó encima a la bofia».
Decir 'El golpe' (George Roy Hill, 1973) y que empiece a sonar en la cabeza la melodía The Entertainer, de Scott Joplin, es todo uno. La pieza ya tenía 71 años cuando se hizo la película, pero es muy difícil no vincularla a la cara más astuta del hampa, la cofradía de los timadores de guante blanco, los que le pegan el golpe a los adinerados y mafiosos que, aunque les duela la pérdida, no se perderán con ello su buena vida.
Sin embargo, hay veces que se olvidan estas cosas y las melodías conocidas son introducidas en hilos musicales o sonsonetes de espera telefónica. Esto debió pasar en 2011, cuando la centralita de Banco de Valencia se puso a echar humo ante la intervención por parte del Banco de España. En la sede de la calle de Las Barcas estaban completamente desbordados y se convirtió en habitual que no pudieras hablar con nadie hasta el segundo o tercer intento.
En esas esperas, ¿qué música podías encontrarte? Efectivamente, una cutre versión de The Entertainer a pianito electrónico que no adelantaba nada bueno a los preocupados accionistas y clientes. De hecho, perdía todo el encanto juguetón de esas miradas inteligentes por debajo del ala del sombrero que lucían como nadie los dos hombres unidos por el mismo destino.
En ese momento, los miembros del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria recorrían los pasillos como agentes del orden, mientras el consejero delegado de la entidad, Domingo Parra, era destituido y sus papeles comenzaban a ser investigados. Hasta ocho causas se le abrieron por el Frob. Tres se le han archivado, pero cinco siguen su marcha en la Audiencia Nacional y una de ellas ha concluido con la aceptación por su parte de la culpa.
Se trata de la utilización de sus plenos poderes en el banco para beneficiar en un crédito promotor a la empresa de un familiar de su mujer. Parra ha hecho examen de conciencia, acto de contrición, propósito de enmienda con el abono de los 330.000 euros por los que se produjo el litigio y ha conseguido, si no el perdón de los pecados, una rebaja de condena que no está nada mal.
Sin embargo, su pariente y beneficiario de la ayudita se ha quedado en la estacada y, como lamentaba su abogado, se va a tener que tragar la sentencia condenatoria sin vaselina. Ya suena The Entertainer y Parra sale del tribunal más ligero de condena... pero también de amistades.
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