Urgente La Complutense aparta como profesor a Monedero hasta aclarar la denuncia por acoso sexual

El alcalde Joan Ribó está en campaña electoral y se fue a Nueva York a pesar de lo anti yanqui y anti imperialista que es. Me entra la risa al ver varias fotos. Ribó, descorbatado como siempre. Y con una cazadora de payés saludando a Fausto Pichardo -jefe de la policía de barrio y comunidades- en la Sala Central de Operaciones de la Policía de N.Y. Su anfitrión, con corbata y la camisa impecablemente planchada. Ribó parece un 'marshall' del Viejo Oeste, más concretamente de Wyoming.

Publicidad

Ribó regresó al hotel y cambió la cazadora por una americana. ¿O se mudó en un w.c. de la Sala Central de Operaciones de la Policía de N. Y.? Es capaz. Ya con la americana pero sin corbata saludó nada menos que a Thomas Galati, Jefe de la Oficina de Inteligencia, y al subinspector general de la policía de N. Y., John Hart, a quien confundió con el actor secundario del mismo nombre a quien vio en algún capítulo de la serie televisiva 'Perry Mason' (años sesenta del siglo XX).

Les pidió consejo a estos tres altos responsables de la policía de N. Y. acerca de cómo erradicar el botellón en Valencia. Ante una pregunta tan compleja, los tres lo invitaron a una hamburguesa 'Napkin Burger' en un establecimiento próximo a Times Square. Una vez concluido el almuerzo se despidieron de Ribó educadamente con un «goodbye, mister Rrrribó». Las rrr pronunciadas como varias g.

Y mientras tanto en Valencia dos grafiteros ensuciaban el claustro renacentista del Centro del Carmen (siglo XIII, declarado Bien de Interés Cultural) con sus garabatos. Estos pintamonas han sido denunciados por el sindicato UGT -obrerismo y sensibilidad cultural- ante el Juzgado de Instrucción numero 5 de la ciudad. Produce vergüenza ajena ver cómo han llenado las paredes con borrones de colorines, ininteligibles por otra parte.

La 'intervención', aunque sea temporal, no por ello es menos ofensiva e indignante. Pero aún lo es más que haya sido autorizada por la dirección General de Cultura y Patrimonio y el Consorcio de Museos, a cuyo responsable, José Luis Pérez Pont, se le conoce ya como el 'Brocha Spray'. Es un 'moderno', de físico delgado, y enamorado, sin duda, del 'lifestyle'. Como nos descuidemos, estos grafiteros -u otros- mancharán la Catedral, el Miguelete o cualquier edificio con valor artístico, monumental e histórico. Ya lo han intentado en la Lonja.

Publicidad

El catedrático de Arquitectura de la Universitad Politécnica de Valencia (UPV), José María Lozano, ha resumido este escándalo y la dejación de funciones de los organismos públicos gestores de la cultura, así: «Inoportuna e inadecuada. Llevar grafiti a un museo, que además tiene consideración de BIC, es una invitación inapropiada al grafitero urbano gamberro, que con esto se ve legitimado».

Albert Boadella dijo en 2018 que «el Guernica de Picasso es el primer grafiti de la historia. Tiene gracia. Pero no lo tendría en casa. Picasso ha sido el destructor de la pintura». No queremos ni sospechar su opinión sobre los gamberros grafiteros de edificios históricos, trenes, autobuses o cualquier pared pintada de blanco.

Publicidad

Pero siempre hay teóricos de vía estrecha -desechos de la semiótica: 'significante' y 'significado'- que defienden a los vándalos del spray. Porque basta con varios spray, unas boquillas, aerógrafos (los venden, verbigracia, en Leroy Merlin) y un rotulador para pintarrajear cualquier cosa, inmóvil o o no. El semiótico de desecho ('Psicopatología de la vida cotidiana', de Sigmund Freud) pontifica: que «para los miembros del movimiento, las herramientas son la prolongación de la idea y en muchos casos la metáfora de la misma». Ahí queda eso.

Josep Pla: «Yo diría que la cultura moderna es en gran parte una cultura de refrito y no de refrito de primera mano -diríamos- sino de refrito recalcitrante, de re-refrito» ('Humor honesto y vago'). Los grafiti no llegan ni a esto. El señor Pérez Pont debería dimitir. O cesarlo por su desmán.

Publicidad

Y mientras tanto, el 'marshall' de Wyoming Joan Ribó, recién llegado de la Sala Central de Operaciones de la Policía de Nueva York, ¿tiene algo que decir al respecto?

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad