La cosa se pone seria y fea con lo del transporte y la electricidad. ¿No les parece casual que los chinos fueran el origen de la pandemia y que ahora de nuevo sea China el núcleo de las tensiones con el comercio mundial? No hemos ... salido de la órbita del coronavirus cuando de repente nos vemos inmersos en un 'atascazo' de proporciones mundiales. Lo mismo faltan microchips para fabricar automóviles en Detroit (Michigan), que escasean frutas y verduras en los cajones de nuestros supermercados.
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Lejos de todas las teorías conspiratorias que circulan quiero creer que con el parón ocasionado por el coronavirus, la mayoría de empresas se vieron obligadas a reducir o paralizar sus niveles de producción y la repentina reactivación de la economía ha provocado la falta de suministros, el aumento de los precios, el atasco de los barcos con mercancías, la falta de conductores para el traslado de contenedores y el aumento de los precios en casi todo. Ahora hay que ser muy valiente para meter el coche a repostar en una gasolinera, por no hablar de los costes de la electricidad.
Los cuellos de botella se van multiplicando y mientras los expertos hablan de la incapacidad del mundo para encontrar una solución rápida ¿qué hace nuestro gobierno? Intentar ponerse de acuerdo consigo mismo para derogar la reforma laboral con una puesta en escena más propia de Antonio Ozores, que de un equipo de ministras. Un «sí pero no», un «la llevas dentro, pero nunca te la metí», un «quiero y no puedo». La crisis sigue empeorando y la solución no viene recortando gastos sino subiendo impuestos. Ahí está el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, con su propuesta de subir medio punto las cotizaciones de empresas y trabajadores durante 10 años para hacer frente al pago de las pensiones venideras. ¿Para qué recortar gastos, pudiendo meternos el rejón a todos para pagar la fiesta?
Insisto en que, lo más preocupante, no es que estemos ante un bochornoso equipo de gobierno, lo peor es que no hay un plan para salir con vida. Sánchez, preso de sus socios, se limita a mantener la cabeza fuera del agua al precio que sea siempre y cuando lo paguemos entre todos y nunca a costa de la toma de decisiones.
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Así empezó todo en China cuando veíamos con lejanía su confinamiento e inicio de la pandemia. Y ahora, en tiempo real, sufrimos la falta de productos, de materias primas y la gran crisis de la logística. Con este gobierno bipolar y tras comprobar que la pandemia encerró al mundo, ¿sería de locos pensar en un desabastecimiento general?
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