Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

En el fondo, la iniciativa de Carlos San Juan contra el maltrato o la falta de tacto en las entidades financieras tiene mucho más recorrido ... que el inicial de pedir más atención para personas mayores a la hora de enfrentarse a los recortes impuestos por la burocracia informatizada. Su gran éxito en la recogida de firmas indica claramente el hartazgo ciudadano -de mayores y no mayores-, así como la atención oficial conseguida demuestra que ha dado en el clavo. El nerviosismo ha entrado en las altas esferas, tanto gubernamentales como de grandes compañías, que se muestran prestas a cambiar estrategias y aumentar atenciones. Así que la presión es el camino para lograr otras metas que sin duda están en la conciencia maltratada de una gran parte de los firmantes y, en general, de esa extensa mayoría que suele permanecer silenciosa.

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¿Acaso hay satisfacción ciudadana con la forma en que se están comportando, al igual que los bancos, las grandes firmas que se encargan de los suministros públicos esenciales y, del mismo modo, los servicios sanitarios y los ayuntamientos, hasta en los pueblos pequeños?

El problema es el mismo y abarca a todo tipo de público y de actividad en la que el ciudadano se siente obligadamente ligado y sin posibilidad de escape, porque no hay competencia. No ocurre donde el cliente puede optar y, si por ejemplo, no le gusta el pan de un horno, o le contestan mal, o le afean cualquier indicación, puede cambiar de establecimiento, lo que viene siendo la pauta más eficaz para que el adormilado se dé cuenta de que debe despertar cuanto antes, si no quiere hundirse en el fango y cerrar la paraeta.

Las quejas por falta de atención no se limitan a los bancos, abarcan a los servicios esenciales y la Administración

Pero en un ayuntamiento no hay alternativa; te toca el que te toca y no hay otra. Ni en el ambulatorio de tu demarcación. Sí que puedes cambiar de compañía telefónica, o de internet, o de la luz -no con el agua- pero en la práctica todos sabemos que no sirve de nada, que hay como un gran pacto entre todos para tratar por igual, o sea, normalmente mal, y no vuelva usted mañana, que molesta. Al igual que se ha extendido el convencimiento de que da igual cambiar de banco, todos funcionan con idéntico manual. Ahora dicen que mejorarán, que no se habían percatado. Pero ¿qué hacemos con la Administración? Han aprovechado, al igual que los demás, la gran ocasión de la pandemia para derivarnos de oficio a la cita previa, al teléfono que no contesta y al laberinto de la relación digital que abotarga al más pintado. El covid ha sido la gran excusa para todos ellos, enclaustrados en sus torres de marfil y distanciados de la faena que inquieta a los de a pie. Los bancos dicen que han tomado nota. ¿Y los ayuntamientos?, ¿y las consellerias?

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