Secciones
Servicios
Destacamos
Lo cantaba Raphael en los prolegómenos del partido y lo fue. Fue una gran noche para mí, para mi familia y para todo el valencianismo. ¡Qué difícil es describir tantas emociones en tan pocas líneas!
En quien primero pensamos cuando Parejo levantó la Copa es en los que estuvieron con nosotros en otras finales y ya no están. Y es que gracias a ellos sentimos lo que sentimos por este equipo y este escudo. Y gracias a ellos podemos vivir con pasión momentos como los que estamos viviendo estos días. Mi padre, Pepe, no estaba, pero su recuerdo estuvo presente con nosotros en todo momento. Por él y por todos aquellos que nos han acompañado en tantas finales y en la vida va esta Copa.
¡Lo que se vive en una final de Copa es increíble! Por las calles de Sevilla se palpaba que algo grande iba a ocurrir. La afición valencianista tomó la ciudad y demostró que, además de amar a su equipo, pasea ese escudo orgullosa por todos los rincones. Después de un día eterno, llegó la hora del partido. Y hacia el Benito Villamarín partió la marea 'blanc i negra' que inundó sus gradas. Desde una hora antes del partido ya estábamos en nuestros sitios esperando con muchos nervios, sin haber dormido apenas, el inicio del partido. Éramos más, gritamos más, cantamos más y el esfuerzo tuvo recompensa. Los jugadores pusieron lo que tenían que poner en el campo y nosotros lo pusimos en la grada. Al final del partido llegaron los abrazos, las lágrimas, el éxtasis colectivo. Éramos familias enteras, niños, abuelos, padres, madres, hermanos, saltando de felicidad cuando el árbitro pitó el final y el sueño se hizo realidad, éramos campeones de la Copa del Rey!
Son tantas las cosas que se te pasan por la cabeza y por el corazón en el momento en el que Parejo levanta la Copa que miras al cielo y dices, ¡va por vosotros, va por ti papá! Era la primera vez que muchos niños iban a una final y, además, vivían cómo se ganaba, entre ellos mis sobrinos. Y ver cómo lloraban de alegría, cómo se dejaban la voz animando, con qué orgullo llevaban su camiseta, bufanda, bandera y gorra, eso no tiene precio. El lunes fueron al cole con la camiseta de su Valencia.
El valencianismo puede estar tranquilo porque hemos sabido transmitir, entre todos, este sentimiento a las generaciones que nos siguen. Ellos y ellas sabrán cómo empujarlo, cómo levantarlo cuando se caiga, y cómo llevarlo en volandas cuando vengan días de gloria.
Llegamos de Sevilla y, sin apenas dormir, nos fuimos a Mestalla, y, como en Sevilla, miles de familias enteras, miles de niños volvieron a emocionarse cuando la Copa, portada por nuestros capitanes y entrenador, pisó el césped. Este equipo, este escudo, esta afición están más vivos que nunca. Sigamos celebrando el centenario porque fue una gran noche y es un gran año. ¡Amunt!
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.