La Gran Ordenanza

Hoy puede ser un gran día... Hoy hay pleno municipal y el orden del día luce el estudio y aprobación de la Ordenanza de Movilidad, largamente estudiada por el departamento del señor Grezzi: el hombre del año, el concejal que no deja indiferente, la joya de la corona del equipo municipal.

Es un día importante. El Plan de Movilidad, aprobado en 2014 pero desarrollado con intensidad desde 2016, está proporcionando a la ciudad muchos quebraderos de cabeza y al concejal en cuestión muchas y muy justificadas críticas. Dar paso a la bicicleta en la ciudad, apostar por las áreas peatonales y de baja velocidad; reducir al coche a un papel secundario requiere que el gestor trabaje con energía pero al mismo tiempo sin sectarismo ni 'manías'. Y desde luego obliga a que toda la corporación funcione como un reloj exacto y no como la Banda de Pancho Villa. Una actitud didáctica, una paulatina educación de los protagonistas, debería haber sido combinada con inversiones millonarias del Estado, la Generalitat y el Ayuntamiento, destinada a mejorar la red de transportes metropolitana, fundar estacionamientos disuasorios y cien recursos más destinados a dar fluidez a calles ahora angostas, obstaculizadas y atascadas.

Hoy, con todo, se le va a poner la corona al santo. Cualquier plan físico de Movilidad reclama una Ordenanza de Movilidad, una arquitectura normativa, un reglamento destinado a establecer derechos y deberes de cuantos se mueven en la ciudad, peatones y vehículos de todo tipo.

La irrupción de aparatos que cambian todo lo conocido a la hora de moverse ha dejado atrasado a este y a todos los ayuntamientos, perplejos ante un espectáculo donde la bicicleta ha sido sobrepasada. ¿Se puede entrar a rezar en un templo montando en patinete? ¿Se puede recorrer un museo, comer en un restaurante, sentado en un vehículo con silla, sin necesidad de padecer minusvalía? El futuro llama a la puerta y además de los taxis hay patinetes, coches, motos y bicicletas que se ofrecerán en alquiler en cualquier parte. Las paradas de la EMT pueden ser, además, puntos de carga de vehículos eléctricos, y se necesitarán quizá doscientos en el futuro.

A veces parece que no va a haber ciudad bastante para todos los usuarios, viejos y nuevos, de la pobre Valencia. El futuro, lejos de clarificarse, se presenta muy complejo. De modo que va a ser imprescindible considerar esta ordenanza de hoy como un mero estadio pasajero; y ponerse a trabajar intensamente en el planeamiento del futuro. Y eso es desde luego imposible sin el consenso de todos los partidos, de todos los sectores, de todas las voces de la sociedad.

Con todo respeto, los problemas de la ciudad no tienen ni para empezar con el iluminado señor Grezzi. Se necesitan muchos cerebros más, muchos técnicos, más voces y un inmenso trabajo colegiado para que a esta ciudad le salga con éxito la grandiosa operación transformadora que reclama el futuro.