![No a los grandes eventos, sí a los grandes postureos](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202202/23/media/cortadas/galagoya-Rs7zwL7smVWBUsc74hfpaNN-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Albert Rivera se autodestruyó para la política (parece que también para la empresa privada) pero dejó un momento singular en su último debate público como líder de Ciudadanos, amplificado por la potencia catódica. Recuerden aquel «¿lo escuchan? Es el silencio». Esta enunciación define el entusiasmo ... del alcalde de Valencia por la Copa América. Tanto que el organizador del tercer evento deportivo con mayor impacto económico para el país anfitrión, después de los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol, ha descartado a la ciudad ante el nulo apoyo institucional para conformar el canon. Joan Ribó sí ha apostado por el ruido para descartar que el Ayuntamiento hiciera una «aportación económica» para convencer al Team New Zealand. Se trata de una decisión loable para preservar la economía municipal si la utiliza ante cualquier acontecimiento que pise Valencia. Pero no es así. La candidatura de Valencia Capital Mundial del Diseño partía de una necesidad inicial de nueve millones para llevar a cabo su programa. De ellos, el Ayuntamiento y la Generalitat, a través del Ivace, aportaron 4,5 millones. Para las magas de enero el Consistorio subvenciona con 25.000 euros a la entidad que organiza el acto, además del gasto que supone el montaje y la movilización de policías. Y recientemente se ha celebrado en el Palau de les Arts la gala de los Goya, con 1,6 millones pagados por el Ayuntamiento.
¿Por qué la capital española que aspirará a acoger la competición de vela más antigua del mundo (la primera edición fue en 1851) es Málaga? Entre otras cosas por el apasionamiento de su alcalde, Francisco de la Torre. En el debate sobre el estado de la ciudad anunció la nueva apuesta municipal por los grandes eventos y desveló, además, que ya se está redactando «un convenio serio y solvente que dé tranquilidad al equipo organizador de que tendrá las ayudas garantizadas por las administraciones: el Gobierno español, el andaluz y el de Málaga».
El enfriamiento de Valencia con la Copa América es similar al resentimiento que Compromís (partido del alcalde) tenía del Palau de les Arts, al que tildaba de escenario exclusivo. Del sombrero de copa alta y el abrigo de visón que asociaban al coliseo cultural a los mocasines y los chalecos que vinculan a la práctica de la vela. Pero aquellos «cuatro espectáculos elitistas» que decía Mónica Oltra mutaron en gozosos selfis y disfrute máximo en la velada del cine español. La plana mayor del partido nacionalista pisó moqueta. A Vicent Marzà o a Mireia Mollà no se les escuchó queja alguna de ese recinto tan «ostentoso». De haber llegado la Copa América no hubiera sido descartable verles con gorra y gafas de sol para ansiar convertirse en el pasajero número 13 de algún desafiante. La política.
Nadie oculta que los sobrecostes de la Fórmula 1 han magullado la cultura de los grandes eventos. Los políticos y cualquier hijo de vecino debe compartir la lucha contra el gasto de más. Ni un euro público tiene que derrocharse y menos que alguien se lo lleve al bolsillo. Pero no se puede estigmatizar esas competiciones deportivas que, además de la belleza de su práctica, permiten a la ciudad que los acoge beneficiarse de su proyección y de ingentes ingresos.
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