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El grito en el cielo

DE TORINO A MESTALLA ·

Miércoles, 11 de marzo 2020, 07:33

Ha pasado casi una semana y todavía le estoy dando vueltas al escandaloso penalti no pitado a Cheryshev en Vitoria. Cada vez que lo veo repetido me parece más increíble que ni el árbitro ni el VAR lo viesen. Y si además vemos otros que pita el VAR mucho menos claros, mi indignación crece. He sido y sigo siendo muy crítica con este invento y los hechos me están dando la razón. Al final es la decisión del árbitro la que prevalece ante la duda, como toda la vida. Y a nosotros, y no es por ser victimista, nos están tocando las narices ya muchos partidos. Aún me acuerdo de ese gol de Rodrigo anulado en Granada por un dedo del pie y ese penalti pitado en el último minuto en el que el balón rozó de forma involuntaria el brazo de Jaume Costa. El VAR no nos eliminó de la Copa pero hizo todo lo posible para que no siguiésemos en ella.

No se entiende cómo se pitan estas acciones y ni siquiera se revisan entradas como la que le hizo el portero del Alavés al ruso. Y en otros campos se pitan penas máximas y el árbitro va a la pantalla a revisarlo. Esta es la parcialidad del VAR y de los árbitros. Y mientras los aficionados estamos hasta el gorro por el trato que estamos recibiendo, nuestros mandatarios andan escondidos, callados y sin reclamar justicia. Ninguno de nuestros dirigentes ha criticado públicamente las actuaciones arbitrales de los últimos partidos. Nadie se ha dirigido a la Federación para mostrarle el sentir de la afición valencianista. Ningún comunicado público, ninguna comparecencia, ningún tipo de declaración en nombre de la afición para reclamar que se respete a este club con cien años de historia. Yo me siento huérfana en este club. Me falta quien me defienda, quien hable en mi nombre, quien quiera a este club como lo quiero yo. Y esto, hoy por hoy, no lo veo.

El club está mudo, aislado, quizás por miedo al contagio del coronavirus. Por cierto, aún estamos esperando también que alguien alce la voz contra la incomprensible decisión de jugar a puerta cerrada el partido de ayer. Una vez más, silencio. El único que ha hablado alto y claro ha sido Parejo. Nuestro capitán ha dicho lo que todos pensamos. Donde debería haber estado el presidente, ahí ha estado él. Y nosotros agradecemos que alguien hable en nuestro nombre y ponga el grito en el cielo porque ¡ya está bien!

No hay nadie que defienda los intereses de los aficionados. Recuerdo con nostalgia aquellos tiempos en los que Jaume Ortí mostraba a los cuatro vientos la indignación del valencianismo y gritaba aquello de «el que no llora no mama». Ojalá más palmitos y más pelucas en este club y menos servilismo y postureo.

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