Antes de la guerra
ARSÉNICO POR DIVERSIÓN ·
Secciones
Servicios
Destacamos
ARSÉNICO POR DIVERSIÓN ·
Una de las cosas que más conmueven estos días, con motivo del aniversario de la invasión rusa de Ucrania es leer o escuchar a refugiados, ... exiliados o supervivientes referirse a su vida «anterior a la guerra». No puedo evitar recordar a mi madre contando lo que hacía en el colegio o en la familia «antes del 36» y cómo después ya nada fue igual. Ella lo recordaba como un tiempo perteneciente a otra vida. Una vida que ya no fue la suya nunca más, no al menos como creía que iba a serlo durante su primera infancia.
Solo ha pasado un año, 'solo'. Es suficiente un minuto para poner toda la vida patas arriba. En apenas un minuto cae el misil y un ser querido deja de respirar. Un soldado dispara y otro cae abatido. Solo en un minuto. Estremece pensar en cuántos minutos caben en un año. Más de medio millón, lo he calculado. Medio millón de tragedias caben en el tiempo que llevan los ucranianos y rusos enfrentándose como salvajes en nombre de la presunta consanguinidad. Y eso si contamos desde el 22, no desde el 14 como sería lógico para remontarnos de verdad al inicio de este infierno.
Antes de la guerra, los ucranianos se preocupaban por las notas en el colegio, por el novio de la hija mayor, por los tickets de comida en la empresa o por el vecino que toca el violín y no para en toda la tarde. La vida anterior a la guerra era vulgar, inane, gris, nada heroica. Estaba a años luz de la actual en la que se lucha por la libertad, la supervivencia o la patria. Son objetivos que no se plantea quien va en el metro, adormilado, camino de la oficina. Como tampoco se lo planteaba el propio Zelenski cuando alguien le animó a ocupar el palacio presidencial. De pronto, la vida te sitúa en un lugar impensable con una tarea histórica. Eso no hace de menos la vida anterior a la guerra. También se hace patria trabajando, estudiando, colaborando con un grupo teatral o con una ONG de ayuda a los desfavorecidos. También se vive el drama de ese minuto que cambia la vida, el que media entre un latido y el último latido del ser querido. Sin embargo, el dolor llega con la naturalidad de la vida, no con el desgarro del odio, de la crueldad ni de la barbarie generalizada en todo el entorno.
Toda una generación -o varias- quedarán marcadas por el resto de su vida y diferenciarán lo que hacían y lo que harán con esa frontera resumida en un «antes de la guerra». Tampoco nosotros seremos iguales. La geopolítica internacional ya ha cambiado. El impacto en el mundo del futuro ya está ahí. También tendremos que incorporar la frase a nuestro vocabulario.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.