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La semana pasada murió Almudena Grandes y se habló de su obra y de la obra de su pareja, Luis García Montero, el poeta. Especialmente ... de 'Completamente viernes'. No lo he leído. No me las voy a dar de leer poesía con asiduidad. Me falta intensidad. Pero sí leí 'Habitaciones separadas'. 'Completamente' va sobre su amor con Grandes, el inicio de la relación; y 'Habitaciones' va del final de la anterior. Me gustó mucho. Cuando lo oía o lo veía por ahí, al poeta, me acordaba del poemario, básicamente de esa imagen, la de las habitaciones separadas. Quien lo haya vivido sabe lo que es. Como tenía la imagen viva, el viernes la recordé. Me dio la sensación de que en el Consell viven en habitaciones separadas. Salió Oltra sin nada a lo que acogerse cuando se le preguntó reiteradamente por qué confiaba en que el Gobierno presentaría un proyecto de financiación. La vicepresidenta y líder de Compromís no tenía a lo que agarrarse más allá de la fe de que en el Ejecutivo central cumpliesen con la palabra dada. No pudo siquiera ni afirmar que contaba con algún indicio, garantías de que algún día viéramos ese proyecto. Dos horas después, la conselleria de Hacienda anunció que el Ministerio se lo había enviado. Fuentes del Consell aseguraron el viernes que ellos no sabían nada. No sé qué es peor.
No sé si es peor que en el Consell vivan en habitaciones separadas, cada uno en su estancia mirando por su ventana, o que esa relación de convivencia distanciada se corresponda a la coexistencia entre el Gobierno valenciano y el central. Si es a nivel local, malo, muy malo, porque rubrica que el supuesto mestizaje es fallido. Si la desconexión se produce entre el Ejecutivo autonómico y el nacional, pues tampoco vamos a poder tirar cohetes. Es más, podemos echarnos a temblar.
Difícil saber si prefiero que mi mano derecha no sepa lo que hace mi mano izquierda, o que la sangre del corazón no me llegue al cerebro. Si Compromís y PSPV deben trabajar codo con codo, la Administración nacional y la autonómica, también. Al final, los perjudicados de esas habitaciones separadas somos los ciudadanos, que pagamos las dos habitaciones, por cierto. Más doloroso es si tenemos en cuenta que no pueden alegar un problema ideológico. En teoría, el Botánico y el Gobierno de Sánchez comparten filosofía. Sus presidentes se abrazan como si fueran hermanos, ni más lejos que hace un mes, congreso tras congreso socialista. Sus vicepresidentas se quieren como si fueran primas, y también se abrazan con fuerza. A ver si todo eso es una pantomima interesada y luego ni se hablan, ni se escriben. Sería terrible.
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