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HABLAR EN EL CAMPO

De Torino a Mestalla ·

Miércoles, 25 de septiembre 2019

Lo hicieron los jugadores y lo hizo el público en Mestalla. Hablaron. Los jugadores sin alma, sin rumbo y la afición, harta de la situación, explotó.

Quién nos iba a decir que después de la convulsa semana tras la destitución de Marcelino ganaríamos al Chelsea como si nada hubiese pasado. ¡Pero qué poco nos ha durado la alegría! Lo que no nos imaginábamos es que tan sólo unos días después íbamos a bajar de las nubes y a creer que aquello fue un sueño. El partido contra el Leganés nos ha devuelto a la realidad que vivimos y que no es otra que un clima de enfrentamiento entre el dueño, la afición y unos jugadores que hace tan sólo unas semanas jugaban de memoria y ahora no saben a qué juegan.

Entiendo el enfado de los futbolistas con la propiedad por no darles explicaciones sobre Marcelino, pero lo tienen que resolver dentro del vestuario. Ver a Celades sentado, solo, en la rueda de prensa en Londres daba pena y también vergüenza. Y salió Parejo después del partido y habló. No sé si lo hubiese hecho de ser otro el resultado. Ni sabemos qué les dijo el presidente para que cambiaran su actitud. Una vez más, Parejo ejerció de capitán y lo hizo en un momento difícil. Y con sus palabras tranquilizó a una afición que se sentía traicionada por jugadores y presidente. Una afición que no tiene por qué pagar los platos rotos de esta situación. Sus palabras fueron un bálsamo, para algunos forzada y para otros de corazón. Pues bien, todas estas buenas intenciones se las ha llevado el viento en un abrir y cerrar de ojos. Y Mestalla habló y, yo diría, que sentenció tras el empate contra el colista de la liga. Lo que vivimos en ese partido, al margen de lo deportivo, a muchos nos recordó otras épocas, de triste recuerdo, en las que los cimientos del club se tambaleaban. Esos cánticos malditos contra la propiedad y el presidente, casi unánime, han encendido las alarmas.

Algunos me lo recriminarán pero yo soy de esos aficionados que salen antes de Mestalla para evitar ver la pañolada y escuchar los cánticos . Entiendo el hartazgo de la afición. Pero pedir que se vaya a quien nos compró, sin tener ninguna alternativa, ninguna solución sólo nos lleva a acrecentar el problema y a vivir en un 'sin vivir'. Como no es de esperar que la sociedad civil haga algo, porque no lo ha hecho nunca, sólo nos queda hacer cuentas para ver cuánto deberíamos aportar los más de 40.000 socios para revertir la situación. Se presenta un futuro incierto. Si a lo institucional le sumamos el cambio de entrenador, el camino se nos va a hacer largo. Pero como hablamos de fútbol, si el balón entra y las victorias llegan la situación dolerá menos, pero el problema seguirá, porque ya se ha perpetuado. Y Mestalla hoy volverá a hablar.

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