Urgente La jueza de Catarroja cita a Pradas y Argüeso el 11 de abril a declarar por su actuación el día de la dana

Reconoce el presidente de la Generalitat en la entrevista publicada en este periódico ayer que no ha hablado con Oltra. Ni con Ayuso. Antes, tampoco ... habló ni mucho ni poco con Cifuentes. Más bien, nada. Toda esta incomunicación podría entenderse como lógica. O no. Es obvio que todo depende de las circunstancias, pero hay asuntos que no son justificables, o son difícilmente explicables.

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¿Cómo es posible que no hayas llamado a alguien que, ciertamente, te puso verde el día que se fue (y los anteriores), pero con la que te has abrazado, besado y estado codo con codo durante seis o siete años? ¿Cómo es posible no tener una comunicación, que no exista un diálogo personal mínimo al menos, con los sucesivos presidentes y presidentas de la Comunidad de Madrid? ¿La importancia de tener una buena relación con tus vecinos murcianos y catalanes no es similar cuando se habla de los mandatarios de una región con la que mantienes evidentes relaciones socioeconómicas, esas mismas que empleas para explicar las sucesivas cumbres presidenciales celebradas con los diferentes presidentes catalanes? ¿Cómo es posible que los presidentes del Gobierno vengan a la Comunitat y no se reúnan ni un minuto con un presidente de la Generalitat si no es de su cuerda? Porque eso pasaba con Rajoy y Puig.

En ocasiones, cuando retratamos a políticos de bandos rivales hablando animadamente en Les Corts, ellos aclaran que, bueno, al final son personas y el roce hace el cariño y tal. Porque puede llegar a extrañar al populacho que los representantes públicos protagonicen debates acalorados y posteriormente tengan una relación personal medianamente fluida. Lo que debería sorprendernos es que no la tengan. Entre sus obligaciones debería estar tenerla. Podría llegarse a pensar que no establecer un mínimo de comunicación entre dos presidentes autonómicos es prácticamente una dejación de funciones. ¿Con quiénes se juntan los líderes de las regiones cuando, en teoría, se reúnen en las diferentes cumbres? ¿Sólo con los amiguetes y amiguetas? Para eso no se les paga el sueldo público, la verdad. Para eso, con que queden en las sedes de sus respectivos partidos, más que suficiente, y no todos, porque los hay que entre sus propios compañeros de parroquia tampoco se hablan. ¿Tenemos cuatro niveles administrativos, cuatro, y tienen las santas narices de hablar solo con aquellos con los que no han hecho otra cosa en su vida que entenderse, apañarse y medrar contra los rivales? ¿Si deberían estar condenados a entenderse y ni siquiera se hablan, quiénes somos los condenados y hasta cuándo?

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