En el intermedio de la tertulia radiofónica, el anuncio de una compañía eléctrica que patrocina el programa invita a contratar sus tarifas, nos ilustra sobre ... la sostenibilidad y la energía verde y remata con este convincente argumento: «Hazlo por el planeta». A renglón seguido, los tertulianos siguen debatiendo sobre las consecuencias del ataque de Rusia a Ucrania y las grandes amenazas que se ciernen sobre todos, incluidos nosotros, no solamente los ucranianos, o sea, el planeta.
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Pinta mal. El ministro ruso Lavrov, tan grandullón, acusa de nazi al presidente ucraniano, que es judío y todo el mundo sabe que no es nazi y que trataba de asentar en mayor medida la democracia en su país, al estilo de las democracias occidentales que se basan en las libertades, los derechos humanos y todo eso que damos por hecho y que consideramos valores de referencia para todo el mundo. Pues no. Ahí está Putin y su régimen para trastocarlo todo, ahora en Ucrania, no sabemos hasta dónde. Y sin importarle lo de la sostenibilidad y la energía verde, ojo. Ni el planeta ni los microplásticos que llenan los mares.
Mientras llegan sus tropas a Kiev, los demás envían muchos mensajes de solidaridad, condenas a la guerra y amenazas de sanciones. Vaya con las sanciones, se va a poner nervioso. O cuando le llaman comunista, que es algo nuevo que nos despista también. Comunista era la URSS, ¿no? Cayó el telón de acero, se desmembró el mundo soviético y su área de influencia y se hundió el comunismo de estado de Moscú y sus satélites. ¿O no fue así? Hay una imagen que circula que junta dos mitades de caras, la de Putin y la de Hitler. Esas ansias imperiales llevan a recordar coincidencias. ¿Quién actúa como aquellos nazis, el presidente ucraniano Zelenski o el invasor Putin? ¿Quién es comunista? Da igual, las ansias territoriales y violentas están ahí, y enfrente, el estupor que paraliza.
¿Y qué se puede hacer?, pregunta la gente. ¿Enviar tropas? ¿Quién está dispuesto? Silencio. Ya lo ha dejado claro el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares: no se enviarán medios militares salvo para defender a países de la OTAN. Ucrania no es de la OTAN. Tampoco lo eran Croacia y Bosnia y fueron. Kiev quería entrar en la Alianza, y por ahí empezó el asunto, dicen. El Kremlin se vio «agraviado». No podía ver al «enemigo» en lo que fue del imperio; el zarista, el soviético. Ahora quieren recuperar aquello. Van a por todas y veremos hasta dónde y quién les para. Salvo que haya algún acuerdo de reparto en la sombra: tú te quedas con esto y nos dejas tranquilos. Por lo pronto le aplicarán sanciones. Se va a enterar Vladimir. Y la final de la Champions ya no se jugará en San Petersburgo. Hala.
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