Hermana cucaracha

Pronto llegarán también las protestas por las picaduras de mosquitos, que se multiplicarán con mayor ardor contra el mosquito tigre. En este caso llevamos algo de retraso por las temperaturas suaves que se vienen registrando en las últimas semanas, con pocos días en los que haya apretado el calor a mediodía, pero apenas suba el termómetro y se asiente el verano de verdad, comenzarán a reproducirse las poblaciones de mosquitos y de inmediato cundirá la renovada alarma ciudadana para exigir medidas a las autoridades.

Medidas que están más que claras: contra los insectos, insecticidas; y contra ratas y ratones, raticidas.

Lo más sorprendente es que en estos casos no hay dudas de ninguna clase: los mismos ciudadanos y las mismas autoridades que cuestionan el uso de plaguicidas en agricultura, que en principio son propensas a oponerse a cualquier acción contra las plagas en el campo, que están a favor de las pautas ecologistas a ultranza (aunque luego compran lo más barato, venga de donde venga y se trate con lo que sea), cuando se les presenta delante el problema directo no albergan ninguna duda: ¡al ataque con todos los medios! Si hiciera falta, con la aviación. Contra las cucarachas y los moquitos: a fumigar con insecticidas que eliminen de cuajo el problema. Pero los tomates o los melocotones, que estén libres de todo, por favor, sin sombra de haber sido fumigados con nada, no sea que... Los quieren perfectos, sin mácula, exentos de cualquier huella de alguna plaga, pero sin emplear plaguicidas. ¿Que cómo se consigue eso? Ah, ya se apañarán ustedes. A nosotros qué. Pura hipocresía social.

En una localidad de l'Horta, los vecinos no dudan en reclamar que se fumigue con urgencia contra las cucarachas, que consideran una «repugnante asquerosidad». El 'cotonet' o la araña roja les pillan más lejos.