Ha sido un verano de retos y situaciones imposibles. Imposible citarlas todas y a todos. Vecinos que se han visto rodeados por el fuego, confinados ... o desalojados, enfrentados al miedo a perder todo en Vall d'Ebo y Bejís, y en tantos otros municipios huérfanos de unas políticas forestales y de prevención del riesgo a la altura de los tiempos. Los que viajaron y quedaron atrapados en un tren camino del infierno y los que fueron señalados y culpabilizados sin esperar al estudio de las causas y la atribución de responsabilidades -ninguna de tipo político, como suele ser habitual. Por supuesto, los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, que tripularon incansablemente hidroaviones y helicópteros con gran pericia o cruzaron caminos de fuego con gran valor para lograr su extinción, así como los equipos de rescate y salvamento en mar y montaña, que arriesgan sus vidas en demasiadas ocasiones por imprudencias.

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Como consecuencia de las crisis energética y económica, con récord de temperaturas, hemos soportado, a temperatura ambiente, innumerables olas de calor con repercusiones graves para la salud y el bienestar de personas y grupos vulnerables. Tras el calor, las familias se preparan para un frío invierno por el coste de la escolarización, las hipotecas, los alquileres, el gas, la electricidad, la gasolina y la bolsa de la compra -el carro puede considerarse una especie en extinción en la ecología de la crisis, tan difícil resulta llenarlo. No podemos olvidarnos de los que perdieron la vida a causa del calor, especialmente los trabajadores expuestos, sin necesidad o medios, a largas jornadas laborales bajo un sol de justicia. Tampoco del joven que perdió la vida al caer la estructura que sustentaba el escenario, en un concierto, por fuertes vientos, y de los que resultaron heridos.

Añado, para finalizar, a la madre de Marta Calvo, que lleva a cuestas su desaparición y, ahora, una decepcionante decisión judicial. A los profesores que, a punto de comenzar el curso, no saben si los ámbitos educativos agruparán materias por el empeño de la Conselleria en imponer el nuevo modelo educativo. A Sanna Marin, la -incauta- primera ministra de Finlandia que tras la invasión de Ucrania gestionó la entrada en la OTAN y es ahora objeto de una tremenda campaña de desprestigio. A las familias ucranianas que han regresado a un país en guerra y acompañado a los niños -impolutos y alegres por el reencuentro- en el primer día de colegio; más encogidos los padres, porque las escuelas son, a lo largo y ancho del país, objetivo militar. Héroes de la resistencia.

Las familias se preparan para un frío invierno por el coste de la escolarización, las hipotecas y el gas

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