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Me gusta celebrar el Día de la Hispanidad en formato de andar por casa. Mi madre Pilar -felicidades a todas en su onomástica- nos acostumbró ... a empezar la celebración de este Día de la Hispanidad con la marcha de fondo de la retransmisión televisiva, como si del hilo musical del médico se tratara, del Desfile de las Fuerzas Armadas. Una práctica que repito cada año porque me viene como de serie. Como escuchar el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena cada 1 de enero con la misma emoción del que está sentado allí viendo dirigir en directo a Daniel Berenboim. Pues igual. Sonidos caseros con los que vas creciendo y que después se quedan.
Las Fuerzas Armadas desarrollan una labor discreta pero esencial en los momentos clave. Lo hemos visto en pandemia y cuando vienen mal dadas. Y con todo lo que llevamos vivido, no me negarán, que es una tranquilidad saber que están ahí. La celebración de este día permite además tomar la temperatura política y medir cómo están los ánimos a pie de calle. Entre pitidos o por aclamación, así veremos cómo serán recibidos hoy nuestros líderes políticos.
No parecen entenderse muy bien entre ellos. La reunión urgente en La Moncloa por la crisis del Consejo General del Poder Judicial fue reveladora. El lenguaje no verbal, las miradas, la distancia física, la falta de cortesía del anfitrión, hasta llevar o no corbata, fueron gestos que dejaron bien claro que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo no se tragan. No pueden estar más alejadas sus maneras de hacer política y la confianza mutua es ninguna. Será un milagro milagrosamente impuesto si logran alcanzar un cierto acuerdo. Les deseo lo mejor a quienes deben gestionar y resolver este notable marrón en forma de tremendo Tourmalet: al ministro Félix Bolaños y Esteban González Pons en nombre del PP. La suerte está echada.
Una vez superado el último 9 d'Octubre de esta legislatura, con las encuestas ajustadas, descubres que a pesar del paso del tiempo hay determinadas cosas que no cambian. Y menos el día que los valencianos mostramos orgullosos nuestra senyera, reconocemos nuestra historia y celebramos nuestro día.
Sería bueno superar esa tendencia de emplear el cansino título de país para referirse a esta comunidad o añadir las siglas de país valenciano a nombres de organizaciones sindicales como CCOO o UGT e incluso partidos políticos como el PSPV. Imagino que no a todos sus miembros les gustará. Ni se sentirán cómodos, quién sabe. De momento, Enric Morera, presidente de Les Corts, tendrá que tragarse el sapo de tramitar la petición, solicitada por el PP, de su reprobación, junto a la de otros como la consellera Rosa Pérez Garijo, por participar en la manifestación catalanista junto a Rufián en Valencia. Será por eso de no separar la ideología de cada uno con la representación institucional del cargo público que ostentan.Son cosas bien distintas. Veremos en qué queda.
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