Secciones
Servicios
Destacamos
Me gustan las excepciones. Tiendo a fijarme en ellas y en el porqué de esos motivos que les confieren su condición de diferente y las ... sitúan en los márgenes de las cosas. En ocasiones, la casualidad es la respuesta. Pero en otras no está en manos del azar -o no en exclusiva- y existen algunas razones que condicionan su excepcionalidad.
La historia de Carlos Gil encadena una serie de singularidades que desde el punto de vista judicial, político y humano conforman una historia diferente que merece ser contada.
Su pesadilla empezó a partir de una denuncia que el tiempo ha demostrado falsa y que interpuso su exmujer -tras un divorcio complicado- por un supuesto maltrato. Y el sistema se puso inmediatamente del lado de su exmujer mientras, que a Carlos, le despojaron del derecho a la presunción de inocencia y, con esas, se le apartó de todo y de todos, también de quién más quiere: sus hijas. Y eso fue lo peor.
Pero comienzan las excepciones y Carlos lo fue dentro de la batalla sin cuartel por judicializar la vida política en la que andan embarcados desde hace años -demasiados ya- los partidos políticos. El PP -donde milita-, el PSOE y Compromis sus 'contrincantes' en la Diputación de Valencia- fueron capaces de aparcar sus rencillas, respetar la lentitud judicial -acusada aún más por la pandemia- y apartaron a Carlos de la batalla política diaria. Primera excepción.
Porque la falsa denuncia le llevó «al rincón de pensar» -como él mismo lo califica- y allí se cobijó en la soledad fuerte de quien se sabe inocente y debe luchar contra la calumnia. Unos meses muy duros que logró sobrellevar con el incondicional apoyo de su madre y su familia.
Pasaron los meses y la sentencia llegó para devolver a Carlos su inocencia de forma clara y rotunda. Una absolución que conforma la gran excepción de esta historia porque convivimos en un país que registra por estas cuestiones 446 denuncias al día de las cuales el 75 por ciento son condenatorias según CGPJ.
Carlos a pesar de ser político y del PP -aunque parezca mentira- ha vuelto a recuperar todos sus cargos orgánicos y políticos dentro de su partido después de haber sido imputado falsamente. Con el consenso y el apoyo de todos.
Hoy ejerce con normalidad como diputado por su partido en la corporación provincial. Ha sentido el calor de sus amigos, de sus compañeros de partido, de sus vecinos que recogieron firmas -más que votos cosechó en las últimas elecciones como alcalde de Benavites su pueblo- en el peor momento. Su jefe de filas Vicente Mompó no le dejo caer y su amistad es hoy todavía más fuerte. Toni Gaspar siempre estuvo cerca sumando con su comportamiento nuevas excepciones en esta historia.
Todo ha pasado ya. Carlos sonríe mucho. Vive sin rencor. Una nueva excepción. Y habrán más. Escuchar la historia de Carlos resulta escalofriante pero, con sus sonoras excepciones, se conforma la esperanza de que otra manera de hacer las cosas es posible.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.