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La Historia que no se cuenta se borra de la memoria

UNA PICA EN FLANDES ·

Sábado, 17 de julio 2021

Criticar la serie 'El Cid' es fácil, adolece de todos los defectos tradicionales del cine histórico español: reyes con corona en el excusado, nobles y pajes vestidos como cartas de la baraja, escenarios de parador nacional de turismo, castillos convertidos en viviendas con paredes y suelos de piedra desnuda... Por no mencionar el tono y las frases grandilocuentes o la facilidad con que sobreactúan las reinas que achinan los ojos para decir «¡traición!» y los moros que hablan dictando libros de autoayuda. Entre el «Silencio, no le despertéis, el rey se ha dormido...» de Aurora Bautista en 'Locura de amor' y lo de que las chicas no se sientan en el trono porque nacen sin 'colgajo' en que insiste la doña Urraca feminazi de 'El Cid', segunda temporada, han transcurrido setenta años de Historia y toda una edad geológica de filosofía política, pero las declamaciones pomposas y la falta de naturalidad siguen siendo las mismas. A los españoles la Edad Media siempre nos queda de decorado del 'Un, dos, tres...' y con don Mendo de protagonista. 'El Cid' se parece a 'Los paladines' de TVE, ¿alguien se acuerda?

Sin embargo, yo recomiendo la serie. Me gusta 'El Cid'. Sí, señor. Estoy harto de producciones británicas en que Isabel Tudor y María Estuardo se comportan igual que adolescentes subastando su virginidad en un chat del insti o francesas en que el Versalles del Rey Sol se presenta como la casa rococó de 'Gran hermano' donde se practica el 'edredoning' de seda. Y no digamos de las yanquis que introducen personajes afroamericanos entre la aristocracia del XVIII o estrellas del porno entre los gladiadores que siguieron a Espartaco. Por desgracia, 'Juego de Tronos', 'El último reino' o 'Vikingos' son la excepción. Hay que ver 'El Cid'. Comparada con la mayoría, es una serie de gran calidad, con un trasfondo histórico cuidado, escenas de acción bien rodadas y un invierno medieval realista. Además, resulta muy entretenida. Para alimentar mitos nacionales de otros, la verdad, ya tenemos los nuestros.

El jueves, cuando se cumpla el centenario, echaré de menos una película sobre el desastre de Annual que ponerle a mi hija, sobre las cargas de la muerte al grito de '¡Viva España!' del regimiento de Alcántara, por ejemplo. La Historia que no se cuenta se borra de la memoria. Nuestra patria se la disputaron el sur de Europa y el norte de África durante ochocientos años, olvidarlo es ignorar quiénes somos. La unidad de España se construye más sobre series como 'El Cid' que sobre sentencias del Tribunal Constitucional. Se es español sobre todo de sentimiento.

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