Historia real

Contemplo con estupor el interés que desata el príncipe Harry tras la publicación de su autobiografía en la que pone a caer de un burro a la familia real. Y algo he seguido porque el asunto ha saltado a informativos de ámbito nacional. De lo poco que sé, es que el segundo hijo de Carlos y Diana se marchó hace un tiempo del amparo de las faldas 'reales' para poner tierra de por medio junto a su mujer, la actriz Meghan Markle, según dijeron para ser económicamente independientes. ¡Qué cosas!

Me enerva la importancia que se le da a toda esta colección de cuentos de príncipes y princesas, mientras suceden cosas en nuestro ámbito que nos tocan el bolsillo, como la subida del combustible, la cesta de la compra o el paro. Y me pregunto yo: ¿en qué nos afectará saber si este chico se desvirgó en un lupanar o en campo abierto con una señora entrada en años? Abandonaron por decisión propia los deberes con la realeza y por consiguiente el tratamiento de alteza real, aunque siguen con la milonga de vender sus miserias para sacar dinero, como si les hiciera falta.

¿No nos damos cuenta que ni nos va, ni nos viene saber si se metía cocaína en las cacerías? Estamos en el camino de un posible cambio importante en nuestro país, o no. Acechan elecciones. Suceden cosas cada día, pasan desapercibidas y son realmente importantes para que la sociedad las conozca. Espabilemos, deje de estimularse con palos y zanahorias porque nos están cambiando las leyes para poder delinquir impunemente, nos están fundiendo a impuestos y nos mienten más que hablan bajo el paraguas de la igualdad, la paridad y de lo que se tercie. Estas son historias reales que nos afectan de verdad, lo otro son cuentos que no van a ninguna parte, salvo a desviar nuestra atención.