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No por esperada, la noticia de la destitución de Marcelino nos sorprendió a todos. Y es que en el ambiente se respiraba tensión después de los cruces de acusaciones y mensajes encubiertos entre el propietario del club y el ya ex entrenador del Valencia. Para mí la decisión de despedirle es totalmente improcedente, por las formas y por cuándo se produce. Toda esta historia de amor y desencuentro esconde misterios que nunca llegaremos a saber. De momento nos tenemos que conformar con lo que dijo Marcelino en su comparecencia ante los medios para despedirse y lo que nos cuentan los periodistas. Porque el club y los jugadores están mudos. En estas líneas he criticado alguna vez las formas de Marcelino en sus ruedas de prensa al criticar abiertamente al propietario del club y también he sido crítica en muchas ocasiones con su forma de ver el fútbol y con el juego del equipo. Pero a mí me han enseñado que «es de bien nacido ser agradecido» y Marcelino nos ha dado mucho mientras ha estado con nosotros. Hemos conseguido un título de Copa y volvemos a estar en Champions. Con él y con unos jugadores que se han identificado plenamente con Marcelino desde el primer momento. Sin olvidar a una afición que nunca falla y que siempre está con su equipo. Nos ha hecho volver a soñar después de mucho tiempo y creer que la estabilidad en este club por fin era posible. Pero la ilusión de estos dos años se ha esfumado, como casi todo lo bueno que nos pasa, que se acaba desmoronando. Creo que las palabras de Marcelino en su despedida las dijo desde el corazón y su agradecimiento a este club, a esta ciudad y a este equipo fue sincero. Pero me cuesta creer que, como dijo, el motivo de su marcha fuese que Lim no quería ganar la Copa. Quizás fue un dardo envenenado que quiso enviarle después del trato recibido y así echarle aún más a la afición encima. No quiero creer que nuestro destino esté en manos, o en el bolsillo, de alguien que no sienta lo que nosotros sentimos ese 25 de mayo en Sevilla. Si no es de corazón, al menos debería alegrarse porque los éxitos a él le reportan beneficios para su negocio. Me temo que no lo sabremos porque la ley del silencio se ha impuesto en el club.
Somos una afición a veces impaciente y protestona, pero leal y agradecida cuando alguien da todo por este club y siente y vibra como nosotros en cada partido, cuando derraman lágrimas de alegría si conseguimos algo grande y Marcelino ha sido uno de nosotros. Sólo me queda desearte mucha suerte allá donde vayas y agradecerte en nombre de, creo que de muchos valencianistas, tu implicación y dedicación estos años. Mestalla y Valencia siempre serán tu casa.
Y de los jugadores y su silencio hablaré la próxima semana.
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