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Así ha quedado el bingo de Valencia arrasado por el incendio

Historias del coronavirus

ROSEBUD ·

Antonio Badillo

Valencia

Lunes, 16 de marzo 2020, 07:45

La cal del coronavirus nos obstruye la vida y el grifo de las historias empieza a gotear. Una tras otra. ¡Ploc! Rumia la doctora su desolación. «Hay que frenar a los turistas», repite. Trabaja sin medios. El centro de salud sólo tiene un equipo de protección para todos los médicos. Mascarilla, guantes, gafas y mono. Si lo usan les envían otro, salvo las gafas, que se desinfectan. ¡Ploc! Un contagiado da vueltas en círculo por su celda, al cuerpo y a la cabeza, deteriorándose igual que Rómulo, aquel rinoceronte del viejo zoo que incluso trasladado al Bioparc ya nunca dejó de girar. Cuando suene el timbre recogerá el alimento que le habrán depositado ante la puerta. Como el gato. ¡Ploc! Tres ancianos detienen su paseo matutino en un carril bici. Departen distraídos, quizá sobre la pandemia. Bien podrían hacerlo por teléfono. Un timbrazo los interrumpe. Es la bicicleta de otro abuelo que pedalea rumboso junto a su nieto. La irresponsabilidad no tiene edad. ¡Ploc! El encargado de un supermercado grita al móvil entre lineales saqueados. Implora existencias, mientras por un pasillo corre el rumor de que a la entrada hay gorrillas confiscando carros de compra. ¡Ploc! Un matrimonio lleva al hospital a su hija, con síntomas de neumonía. Han de hacerle la prueba y esperar el resultado aislados en la habitación. Tienen hambre, se impacientan, quieren ir al bar. Tensión. Las sanitarias, desbordadas, sofocan el incendio con una ración para enfermos que los tres se reparten. ¡Ploc! Un joven y su abuelo, entre cuatro paredes. La nevera está vacía, falló la previsión, y subsisten con leche y cereales. No avisan a la familia para no alarmar. La compra a domicilio tardará una semana en llegar. ¡Ploc! Una niña llora. Su padre tiene el virus y la señalan como apestada. «Seguro que me lo has pasado», le acaba de decir su mejor amiga. ¡Ploc! Un jardinero charla con su colega. «Es lo que me jode, tío, se lo toman a cachondeo, tosen por ahí como si nada», le espeta a la cara, sin más barrera entre ellos que el aire. ¡Ploc! El goteo hace charco. Esto pasará, pero como ensayo del apocalipsis no ha quedado nada mal.

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