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Los científicos habían demostrado que existía pero todavía no habían logrado captar la evidencia de su presencia. Ahora, por primera vez, hemos podido ver a ... Sagitario A*, el inmenso agujero negro que late en el centro de nuestra galaxia. Lo que se aprecia en la imagen difundida es la sombra alrededor de la cual circula una especie de rosquilla luminosa formada por el gas caliente que todavía no ha sido engullido por este agujero de 44 millones de kilómetros de diámetro. Esta 'foto' revolucionaria es el resultado del trabajo de más de 300 científicos, entre ellos investigadores de la Universitat de València, y una red de ocho potentes telescopios repartidos por el mundo. Los agujeros negros tienen algo así como un margen misterioso que se denomina horizonte de sucesos. Stephen Hawking explicaba que atravesarlo es como llegar en una canoa a las cataratas del Niágara: «Mientras estés río arriba de la catarata, puedes salvarte si remas lo bastante deprisa, pero en cuanto llegas al borde estás perdido. No hay forma de volver».
Con frecuencia, ese inmenso lado oscuro que tiene la política también funciona como un horizonte de sucesos, como una descomunal trituradora que devora sin piedad, sin vuelta atrás. A veces se cobra víctimas que se arrojan como parapeto a ese confín invisible. Le ha ocurrido a Paz Esteban, a quien el Gobierno ha fulminado como directora del CNI corroborando su dependencia manifiesta del independentismo catalán. Poco después de este 'gesto', el CIS -organismo, por cierto, dependiente del Ejecutivo- publicaba su encuesta sobre actualidad. La conclusión es la del hartazgo generalizado. Y no es ni sorprendente ni innovadora. Más bien consolida la tendencia de lo que se proyecta desde hace mucho tiempo en la calle y en la demoscopia. El 90% de los ciudadanos encuestados pide que se rebaje el clima de crispación política y que se alcancen acuerdos de Estado, especialmente, en los problemas que más les afectan como el precio de la energía. Además, un 92% señala que los partidos tienen la obligación de lograr consensos en los grandes temas. Estas respuestas se produjeron cuando estallaba el espionaje a los soberanistas catalanes y el Gobierno salvaba gracias a Bildu su plan económico para hacer frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania. Fue in extremis. Como ocurrió el otro día cuando el PP rescató con sus votos al Ejecutivo y evitó que sus socios soberanistas tumbaran la reforma de la Ley de Seguridad Nacional.
La Moncloa parece confiar en que agotará la legislatura remando con la geometría variable mientras su canoa se aproxima al borde de las cataratas donde aguarda un horizonte de sucesos. Sobre esa frontera acechan las próximas elecciones, las de un hastío insoportable.
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