HUMOR DISPARATADO EN TIEMPOS DUROS

Yo no soy don Jerónimo». Una señora se cruza con un caballero. «¡Caramba, don Jerónimo, está usted muy cambiado!», exclama la buena mujer. El hombre responde: «Es que yo no soy don Jerónimo». «Pues más a mi favor», concluye la dama. Así era el humor blanco e infantil, con ribetes vanguardistas, de Tono (Antonio Lara, 1899-1978), uno de los dibujantes y guionistas principales de la revista 'La Codorniz' (1941-1978), fundada y dirigida en su inicio por Miguel Mihura (1905-1977), nombre mayor del teatro español.

Neville, Jardiel, Gila... El humor disparatado de Tono era en realidad el de todos los colaboradores de 'La Codorniz', «una revista audaz para los lectores más inteligentes» (así se publicitaba), en la que a lo largo de sus 37 años de gran popularidad colaboraron Gómez de la Serna, Neville, Jardiel Poncela, Fernández Flórez, Álvaro de la Iglesia, Gila, Evaristo Acevedo, Summers...

Aguilar y Cabrerizo. La editorial Cátedra ha publicado el libro 'La Codorniz. De la revista a la pantalla y viceversa' (620 páginas con letra pequeña, creo que demasiado pequeña) en el que Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo cuentan con detalle la historia de 'La Codorniz', semanario cuyo talante jovialmente crítico mereció multas y cierres en los tiempos duros del franquismo. 'La Codorniz' llegó hasta dónde se podía llegar, aunque en ocasiones ni siquiera se le permitía pisar el terreno fronterizo de los pactos tácitos.

'Un bigote para dos'. Con el libro se adjunta un DVD que recupera varios largos, mediometrajes y cortos nacidos bajo la influencia de la personalidad de Mihura y del sentido del humor de 'La Codorniz' ('Un bigote para dos', comedia 'estúpida' de Tono y Mihura, 1940); 'Don Viudo de Rodríguez', Jerónimo Mihura, 1935; 'Verbena', Edgar Neville, 1941; 'El viejecito', Manuel Summers, 1959; 'Tonto-tour', Víctor Vadorrey, 1965; 'El corazón de un bandido', Chumy Chúmez, 1970).

«Como alcalde vuestro que soy». Una de las escenas más divertidas de 'Bienvenido, Mister Marshall' (Berlanga, 1953), la del alcalde José Isbert y su 'asesor' Manolo Morán en el balcón («como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar, porque yo, como alcalde vuestro que soy...», razona Isbert en forma de bucle) tiene un indiscutible aire codornicesco. Nada tiene de extraño: uno de los guionistas de la película es Miguel Mihura.

'Por favor', 'Hermano Lobo'. Fernando Fernán Gómez, en varias de sus películas como director, tributó homenajes al humor absurdo, alejado de toda pompa, característico de 'La Codorniz'. Las revistas 'Por favor' y 'Hermano Lobo', nacidas en tiempos más propicios para la libertad de expresión, también le deben mucho a 'La Codorniz'.

Vivir más de mil años. Días pasados leí una entrevista en la que el biogerontólogo Aubrey de Brey (Londres, 1963) asegura que en el futuro los humanos podrán vivir más de mil años al haber conseguido la ciencia erradicar todas las enfermedades mortales y retrasar el envejecimiento de nuestras células. «El cuerpo humano es una máquina, pero muy compleja, y por tanto arreglarla es un proceso complejo pero no imposible», afirma De Brey.

La imaginación se dispara. Tras leer este augurio, mi imaginación se disparó bajo los ecos de 'La Codorniz'. Se me ocurrieron varios gags que quizá hubieran agradado a Mihura. Uno: Jacinto se cruza con Timoteo, un antiguo conocido. «Te veo muy bien», le dice Jacinto a Timoteo. «Pues ya tengo 720 años», responde Timoteo «Nadie lo diría, no pareces más de 600», dictamina Jacinto.

Padres e hijos. Segundo gag. Una jovencita le pide permiso a su padre para irse esa noche a la discoteca. «No, hija mía, solo tienes 120 años y hasta que no cumplas 150 no me gusta que salgas por la noche». El gran peligro de vivir más de mil años será el de la superpoblación. Las personas homosexuales tendrán entonces mucho prestigio. Tercer gag. Conversan dos adolescentes de 200 años. «¿Le has contado a tus padres que eres heterosexual?», le pregunta uno al otro. «No, no quiero darles ese disgusto».

Agradecimiento. El mérito, si mérito hay, no es mío, es de 'La Codorniz'.