A los idiotas que suprimen la asignatura de Filosofía
UNA PICA EN FLANDES ·
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UNA PICA EN FLANDES ·
En el espacio exterior no existe el alba y tampoco el crepúsculo. Ni los días ni las noches. Donde hay luz siempre hay luz y, donde no, jamás, en el bien entendido de que, ahí afuera, eso a lo que llamamos luz no es más que una radiación de partículas elementales desprovistas de masa. En el espacio exterior nada envejece porque el tiempo no transcurre, en un instante dado los astros simplemente chocan, desaparecen o explosionan. Nos envuelve pues un inmenso océano, todavía inabarcable incluso para nuestro conocimiento, extraño como una ciénaga de recuerdos ajenos, imperturbable como la amnesia de las piedras, hipotético como los sueños de un recién nacido. El espacio exterior es justo lo contrario del interior: más allá de la Tierra no consta inteligencia individual alguna y resultan imposibles los sentimientos.
Vuelvo al principio, aunque a la última estrella descubierta, la más antigua por ahora, se la haya bautizado como Aerendel, la del amanecer, en el espacio exterior nunca amanece. Los cielos arañados, los horizontes de luciérnagas sobre el perfil de las sierras, las nubes que se encienden como barcos piratas en llamas cuando comienza la mañana o cae la tarde son exclusivas del mundo que queda al alcance de nuestra mano. Los seres humanos vivimos en un acuario y lo raro sería no preguntarnos por qué. La implacable ley del pensamiento científico que viene imponiéndose desde la Ilustración nos ha conducido al absurdo según el cual cuanto no sea empírico resulta inútil. Es la ciencia quien explica la vida, pero son la filosofía, la historia y la literatura las que le dan sentido. Que la gente no lee es una mentira tan grande como que antes leía, la diferencia estriba en que antes daba prestigio fingirse lector y ahora resulta al revés. Y también es mentira que filosofía y tecnología resulten enemigas.
Eliminar las asignaturas llamadas de Humanidades del programa de estudios por aquello de que los niños deben aprender antes a programar que a hablar como Ovidio o pensar como Descartes, en el fondo, es otra forma de religión, la que surge del temor a la cultura, a sus contradicciones e inexactitudes. Lo que nos convierte en una especie única en el universo no es nuestra composición química, sino nuestra consciencia, nuestra identidad, nuestro legado cultural. Algunos buscan en las estrellas lo que no ven delante de sus narices, como los amaneceres y los atardeceres. En el espacio exterior no circulan sonidos, el silencio es el paisaje. La filosofía hace ruido y por eso es una ciencia humana, necesaria para nacer sabiendo que morirás.
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