Andamos con lo de la subida del recibo de la luz y con el debate casi eterno de si el Gobierno puede o no bajar el IVA, de si la UE lo permite o no deja, y mientras nos enzarzamos en componer listas de países europeos que gravan con menores porcentajes las facturas eléctricas de sus ciudadanos, no se cae en la cuenta de que antes que nada, lo primero que podrían hacer los ministerios correspondientes sería librarnos de otro impuesto que nos cargan cada mes: el impuesto de la electricidad.
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No vengan con esa excusa tan recurrente de que no hay quien entienda el recibo de la luz. Hagan un pequeño esfuerzo y empiecen por encontrar alguno de los últimos que recibieron. Miren a ver por dónde lo dejaron, o quizás cayeron en la pequeña trampa de renunciar a recibirlo por correo tradicional y resignarse a que se lo envíen por email. Así ahorramos papel, les dijeron; salvamos árboles. Brindemos por la salud del planeta. Mentira. Es por ahorrar, claro, pero en la caja de la compañía de turno. Hoy nadie elabora papel en el mundo esquilmando bosques. Se hace con papel reciclado y cultivando árboles adecuados para esta misión, al igual que producimos lechugas, tomates y también plantas de algodón para fabricar ropa. De paso, lo que consiguieron con tal renuncia es que dejemos de tener a la vista el recibo que nos aparecía cada mes al abrir la carta. Y con la costumbre perdemos contacto con estas cosas y conocimiento de lo que llevan dentro. Luego nos excusamos en que es enrevesado de entender el recibo. No es cierto. Hagamos un pequeño esfuerzo.
El recibo de la luz tiene cuatro partes muy concretas: la potencia, que es el tope de kw/h contratado, un término fijo que pagamos aunque no consumamos nada y que muchos meses supera a lo realmente consumido; la energía, es decir, los kilovatios realmente consumidos, al precio contratado o al de la tarifa oficial regulada, con o sin discriminaciones horarias; el impuesto de electricidad, que es el 5,11269632%, que se aplica sobre la suma de los dos conceptos anteriores, y por último el IVA, que es el 21% y se calcula sobre la suma total anterior, incluido el importe del citado impuesto de electricidad.
De esta manera nos encontramos con que los recibos de la luz tienen en España la extraña particularidad de contener un impuesto (el 5,11...%) que a su vez está gravado con otro, el 21% de IVA, de lo que se deduce que la carga fiscal de la electricidad es del 27,18...%. Evidentemente, a mucha distancia de (como se suele decir cuando les interesa) los países de nuestro entorno. Así que, si estuvieran por la labor, podrían empezar la sesión por eliminar ese 5,11...% más IVA. Ya sería algo.
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