Urgente La Lotería Nacional de este sábado deja el primer premio en tres municipios afectados por la dana en Valencia

Vaya por delante que el segundo párrafo resultará prolijo y pesado y el artículo entero antipático e incorrecto, aunque de interés porque se dirán cosas que habitualmente ni se leen ni se escuchan en los medios de comunicación. Porque ir contracorriente conlleva severas incomodidades. Este artículo va sobre casi un centenar de valencianos tachados públicamente como corruptos intocables a los que había que señalar y perseguir y tras años de oprobio acabaron siendo inocentes en sede judicial, e incluso santos inocentes a la manera de Delibes. Unos pringaos. Soldadesca de trinchera. Víctimas colaterales. Escoria asociada al PP, eso tenía que parecer. El segundo párrafo irá sobre aquellos que pagaron durante años por los pecados de otros, en el mejor de los casos, sólo por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, o que fueron utilizados como monedas de cambio y de presión. De manera intencionada, primero por la oposición de izquierdas y luego por algunos elementos de la fiscalía, no muchos, sólo alguno, pero muy hambriento de focos y celebridad. Este artículo va sobre el tránsito de creerse Eliot Ness para acabar convertido en Kevin Costner y no es lo mismo. No es lo mismo Eliot Ness que el exjuez Garzón o el exfiscal Horrach. Tampoco es lo mismo el Derecho que Hollywood.

Publicidad

La lista de personas absueltas o desimputadas después de ser destruidas lentamente y con plena conciencia por la pena del telediario y la amenaza de cárcel es estremecedora. A continuación, no están todos los que son inocentes e incluso santos inocentes, pero sí son todos los que están. Para la opinión pública quedaron olvidados o siguen dentro del espectro de la corrupción, con su reputación entre rejas, pero la verdad es que resultaron libres; el sistema erró con ellos pero la persecución cumplió el objetivo de atosigarlos para beneficio de terceros. Limpia quedó Isabel Villalonga, alto cargo de Presidencia arrastrada al caso Noos. Limpio también el exconseller José Manuel Vela por el caso Cooperación. Limpio Jorge Bellver por los jardines de Monforte. Superlimpias Lola Johnson y Nuria Romeral por el caso RTVV y todo apunta a que limpio quedará el exdirector López Jaraba, furiosamente zarandeado. Doblemente limpios Eusebio Monzó y Cristina Morató por el caso Calatrava de Castellón. Limpios el exalcalde de Villarreal Manuel Vilanova, el exalcalde de Enguera Santiago Arévalo y siete de sus concejales y el exalcalde de Castellón Alfonso Bataller. Limpio de prevaricar y malversar el expresidente del Puerto Rafa Aznar. Y limpio el diputado Óscar Clavell. Limpios los señalados por el Ritaleaks inventado por Joan Ribó y su secuela de la Japan Week, los dos archivados. Limpios a dúo Alberto Catalá y Belén Juste por el caso Feria Valencia. Limpia la exconsellera Angélica Such y el exalto cargo Juan Bover en el caso Gurtel. Limpiosss los del caso Noos; Elisa Maldonado, Luis Lobón, Jorge Vela, José Manuel Aguilar... Limpio el exalcalde de Mislata Manuel Corredera y el triplemente denunciado exalcalde de Torreblanca y el exalcalde de Alboraya Manuel Álvaro y el exalcalde de Casinos José Miguel Espinosa. Limpio el exvicepresidente del Consell Vicente Rambla. Limpio el exconseller Font de Mora tras evidenciar el montaje de la oposición para intentar implicarlo en el caso Ciegsa y demostrar que los sobrecostes de mil millones son una patraña. Y la última en quedar plenamente limpia en todos los procedimientos es Marisa Gracia, exgerente de FGV; limpia de los fraccionamientos de contratos y también del desgraciado accidente del metro. Una causa varias veces instruida y archivada y que termina con el temor de la fiscalía a perder el juicio ante la endeblez de las evidencias, lo que le ha llevado a un pacto y una sentencia de mínimos. Marisa Gracia, pese a las enormes presiones, no ha entrado al trapo y se ha mantenido en su inocencia. Y ha ganado.

Esto nos lleva a los variados casos en torno a la Fórmula 1 y aún más allá, nos lleva al inefable exfiscal anticorrupción Kevin Torres, el Eliot Ness de la corrupción valenciana elevado después a los altares del TSJ, donde ahora ocupa una plaza a iniciativa del sector de Compromís y avalado con los votos conservadores del CGPJ (¡vivir para ver!), seguramente interesados en tenderle un puente de plata y desactivarlo. Vicente Torres después de ser la estrella absoluta de la fiscalía durante casi una década acumula dos grandes éxitos. Las condenas al exconseller Blasco por el caso Cooperación y la condena al exteniente de alcalde Alfonso Grau por el caso de los Relojes. Dos galones incontestables. Pero todo lo demás, humo. Fue dos veces contra Marisa Gracia y falló. Fue contra Jorge Bellver y falló, con reproche del TSJ incluido. Fue contra Camps por la Fórmula 1 y falló, falló y falló. Presentó una causa por las obras del circuito que sus colegas archivaron. Hizo el ridículo en un auto al malinterpretar la declaración judicial de Ecclestone. Abrió procedimiento sobre la negociación del magnate de la F1 con Camps que hubo de archivarse después. También denunció irregularidades por la compra de Valmor y también sus compañeros le han dado otro mazazo al solicitar el archivo. Muchos fiscales disimulan poco la incomodidad que les produce los patinazos de su antiguo compañero. Torres instruyó la operación Palau contra Helga Schmidt con helicóptero incluido, pero sin caballos, y a falta de sentencia sabemos que la fiscalía concluyó rebajando sustancialmente las penas a los imputados. El caso contra Jaraba parece correr el mismo destino y algunos otros llevan igual suerte. El exfiscal Torres padeció una garzonitis aguda que ahora pasa factura, con instrucciones deficitarias y escasamente armadas, lo que le empujó a escapar de su puesto antes de que todo empezara a desmoronarse. Ya está pasando.

La lista de personas absueltas o desimputadas después de ser destruidas por la pena del telediario es estremecedora

No se trata de blanquear la corrupción del PP. Aquello fue verdad. Ahí están las condenas a Carlos Fabra, Milagrosa Martínez, Rafa Blasco y Ricardo Costa. Todavía quedan procesos que apuntan mal, como los de Consuelo Císcar o Pedro García. Pero tampoco tiene pase que el exconseller Serafín Castellano fuera detenido en su casa, delante de sus hijas adolescentes, una madrugada, que fuera paseado por toda España y cinco años después todavía no se sepa nada de lo suyo ni de una supuesta escopeta regalada. Nada. Y no tienen pase los cabeza de turcos elegidos, como acompañamiento o aliño de los presuntos corruptos. Para engordar los casos o para presionarlos contra sus superiores, con hechos o desechos. La lista de tantos falsos culpables resulta fría. Pero detrás de cada nombre hay una persona, a veces un político, a veces un profesional sin más, un técnico de confianza, un gestor como los que ahora trabajan para el PSPV o Compromís en las administraciones valencianas. Muchos de los señalados no volvieron a encontrar trabajo, otros vendieron lo poco que tenían para pagar a los abogados, varias decenas de miles de euros gastados en defenderse de algo que no iba con ellos o que incluso no iba con nadie, se endeudaron o endeudaron a sus padres, hipotecaron el futuro de sus hijos y apenas sobreviven. La vida se les paró de golpe. Porque la vida real no es como un plató.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad