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Mª ÁNGELES ARAZO
Domingo, 29 de abril 2018, 09:47
Los eremitas ortodoxos siempre abandonaban órdenes y vidas reglamentadas en monasterios para huir a las cuevas del desierto, rezar, alimentarse con dátiles y cubrirse el cuerpo con hojas de palma. No extraña que aquí, en la ondulada orilla alicantina, la de las playas abrazadas por acantilados, una reducida comunidad de jerónimos descubriera cuevas frente al mar, en Les Planes, un espacio que media entre Jávea y Denia. Desde luego no se podía comparar la aridez de los arenales con la belleza del Mediterráneo y la generosidad de la gente con los frailes, siempre con una cestilla de pita trenzada al brazo y plena de frutas y verduras.
Mas un día, descendiendo por las rocas, apareció una mujer, sor Catalina Bas. Ni era joven, ni era bella, de manera que no se había encarnado en su cuerpo el diablo; por lo tanto los frailes la contemplaron indiferentes, o más bien molestos por la intrusión en su mundo de oraciones y siestas. Sor Catalina Bas, no obstante, les mostró el permiso del Conde de Denia, que le concedía el derecho a levantar una ermita en la cueva que decidiese ocupar.
La ermita fue para ella un sueño, aunque se contentó con una imagen y un lienzo que extendía a modo de mantel de altar cuajado de bordados. Oraba y hacía labores que le compraban en Jávea o en Denia, ciudades en las que le apodaron sor Basota.
Los jerónimos, sin embargo, con la ayuda de Jaime de Aragón, cardenal y obispo de Valencia, levantaron un cenobio, y a la pobre Basota no le permitieron ser ni mandadera.
Ahora bien, los berberiscos atacaron el convento una y otra vez, y aunque despreciaban a sor Basota, se llevaban a los monjes como rehenes, cuyo rescate pagaba el señor territorial de Denia, 'Alfons el vell', para ganarse el cielo; pero acabó pensando que sería más rentable edificar otro convento en tierras del interior. Y la comunidad, astuta, eligió el lugar de Cotalba, que ocupaban diez familias moriscas. Fueron desahuciadas inmediatamente y se construyó el que hoy es admirado monumento de Alfahuir. A sor Basota nadie la acogió, por no ser ni joven ni bella. Lo de la imagen viene de lejos, que no se diga.
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