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Tras la visita del rey emérito necesitaba escribir sobre su viaje que me ha provocado sentimientos de alegría y pena, acompañados de una discusión de esas para recordar. El tiempo, rodillo imparable, ha mostrado a un rey mayor, lento, pero también en una faceta más ... humana, la de abuelo y la de padre. Me ha causado pena ver al abuelo que echaba de menos a sus nietos y se acercaba a la cancha para ver cómo uno de ellos jugaba un partido de balonmano. Al mismo tiempo, alegría de ver al emérito en la vuelta a su tierra, a su casa, a su país, España, con el cariño de toda la gente que le han mostrado su afecto. Y ¡cómo no!, no podía faltar la cobertura mediática para dar altavoz a miembros del gobierno, empezando por la ministra portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, que ha llegado a exigir explicaciones e incluso que pidiera perdón.
Somos muy borregos si pensamos que juzgando parte de los actos del emérito somos progres y justos, más bien todo lo contrario. He discutido sobre esto con gente muy normal, incluso amueblada con carrera, y siempre contra los mismos argumentos que utilizan los amantes de la independencia y sus socios de viaje. Juan Carlos I cometió errores como todo ser humano y se puede estar de acuerdo o no, con sus actuaciones. Otro asunto es que viniera de visita y estuviera en el punto de mira con toda la engañifa que nos inocula el populismo cansino y repetitivo, en base a comisiones, negocios y cazas de elefantes. Lo que trasciende en el fondo, es el acoso y derribo a la Institución de la Monarquía, desde el gobierno, desde la manipulación de muchos medios y desde la ignorancia de la calle. Hemos tenido (y tenemos) auténticos patanes en la presidencia del gobierno, pero respetando siempre las reglas del juego recogidas en la Constitución. Ésa que está para cumplirla, aunque en España hace mucho tiempo que ciertas leyes ni se cumplen, ni se hacen cumplir con el peligro que conlleva.
Ya está bien, todo tiene un límite, hay que quitarse en la calle el complejo de la defensa de la monarquía. Solo por lo que hizo Juan Carlos I en la Transición española o en el intento de golpe de Estado, muchos debieran cerrar la boca o coger un libro para informarse. Ahora es Felipe VI ¿lo hará mejor o peor? ¿Y la Infanta Leonor, primera en la línea de sucesión? Preguntas que no son un problema real en España, en comparación con el que supondría seguir la corriente a los que con su discurso persiguen tumbar la Institución. Ése sí que sería el inicio de la verdadera ruptura de España.
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