A dónde irán los besos que no estamos dando
COMO UN AVIADOR ·
Secciones
Servicios
Destacamos
COMO UN AVIADOR ·
Me pregunto estos días, como cantaba Víctor Manuel, a dónde irán los besos que guardamos, que no estamos dando. Que quién se los quedará. A qué rincón perdido habrán ido a parar todas esas muestras de cortesía que repartimos para saludar a nuestros conocidos y que rehuimos últimamente como exige el protocolo para prevenir el dichoso COVID-19, o las demostraciones de cariño a nuestros seres queridos que ahora evitamos por miedo a un contagio que nos persigue amenazante desde hace semanas.
Cualquiera que me conozca sabrá que no soy especialmente afectuoso, aunque yo siempre alego en mi defensa que aprecio demasiado los besos como para ir dispensándolos por obligación o simple compostura. Los besos hay que darlos con motivación, con ganas, con ímpetu, para que cumplan el fin con el que fueron concebidos y si no es poner 34 músculos en movimiento sin ningún sentido. Y esfuerzos superfluos, los justos.
Siempre me ha llamado la atención la cantidad de ósculos que se reparten entre sí algunas personas que se ven a diario. Esos dos besos que se estampan casi como acto reflejo o, por lo menos, sin meditar demasiado si se quieren realmente dar. Soy vasco, supongo que eso ayuda a entender también mi modo de proceder y mi escepticismo al respecto.
Yo ya me anticipo a dejar claro que cuando todo esto pase -porque pasará, ¿verdad que pasará?- no pienso sustituir el saludo por ese choque de codos o de pies que no sé quién ha inventado y corre desaforado por las redes sociales. Me pilla mayor tanta tontería y debo ser selectivo con las nuevas costumbres que adquiero. Convengamos en que un pequeño abrazo, un ademán en el hombro o un mohín con la cara son señales suficientes para manifestar al otro que eres afable o que de verdad te alegras de verle.
Ahora bien, los otros besos, los auténticos, los que te remueven por dentro, esos sí que los vamos a pillar con apetito, especialmente todos aquellos que deban tomar medidas de precaución ante riesgos o situaciones adversas propiciadas por la expansión desmesurada del coronavirus. Ahí sí que vamos a cobrarnos con intereses las deudas pendientes tras estos días infernales.
A este virus que va a cambiar para siempre la sociedad tal y como la conocemos lo vamos a vencer. Lo haremos tarde o temprano. Y lo celebraremos con besos. Besos sentidos, besos temblorosos, besos conciliadores, besos vehementes, besos intensos, besos dulces, besos definitivos.
Infectaremos con besos a los que más amamos, a los que hemos echado de menos, a los que hemos cuidado y nos han cuidado, o a los que hemos tenido en nuestros pensamientos entre tanta cuarentena y silencios. Amigos, familiares, parejas, amantes... El final de esta pandemia lo sellaremos con nuestras bocas. Vamos a prepararlas para que den mucho de sí.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.