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El 'lawfare' a Jaraba con RTVV
EL ESTADO DE LOS TRIBUNALES ·
La pesadilla judicial del exdirectivo termina tras ocho años, semanas antes de que Oltra reaparezca para hablar de la instrumentalización de la justiciaSecciones
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EL ESTADO DE LOS TRIBUNALES ·
La pesadilla judicial del exdirectivo termina tras ocho años, semanas antes de que Oltra reaparezca para hablar de la instrumentalización de la justiciaEl pasado. López Jaraba era el director de Radiotelevisión Valenciana. Llegó en 2009, en aquel PP todavía fuerte. Los cambios, como suele ocurrir, no fueron pacíficos. La causa de los trajes obligó a la salida precipitada de Francisco Camps y el aterrizaje de Alberto ... Fabra, con sus vacilaciones ante cómo se podía gestionar políticamente la avalancha de casos de corrupción. Instauró aquello de la línea roja: imputación equivalía a cese. No salió bien. Por aquel camino tortuoso, se decidió cerrar Canal 9 tras declararse nulo el ERE que se había ejecutado en la corporación. Fue entonces cuando desde Compromís, con Mónica Oltra y Enric Morera a la cabeza, lanzaron una ofensiva para investigar un supuesto desfalco de más de mil millones de euros. Las cifras en la corrupción valenciana siempre han sido rimbombantes. Luego se han demostrado hinchadas o directamente falsas. Los dirigentes de Compromís acudieron a la Fiscalía. Vicente Torres, el fiscal más mediático de Valencia, se hizo cargo de las diligencias. Analizó el caso y apreció indicios delictivos. El asunto terminó en un juzgado de Paterna. No tardaron en desfilar por allí algunos dirigentes imputados. López Jaraba, Lluís Motes, Nuria Romeral (jefa de prensa de Camps), y Lola Johnson (exconsellera con el PP). Completaron el paseíllo por el juzgado acompañados, no de manera amistosa, por algunos extrabajadores de la casa. Pegamento judicial, que diría Pablo Iglesias. Las diligencias paulatinamente fueron perdiendo fuelle. Eso no evitó que el descrédito se instalara en la imagen de algunos investigados. Al final, todo quedó reducido a López Jaraba y a un presunto trato de favor al productor José Luis Moreno. Mientras, en este ínterin, se sucedieron cambios de cierta enjundia. Torres, que hasta ese momento había llevado la instrucción del asunto, se presentó a la plaza de magistrado autonómico en la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunitat. Fue uno de los candidatos propuestos por el Botánico junto a Nuño de la Rosa, compañero en Valencia, y una tercera aspirante, Clara Bayarri. Torres ganó finalmente ¡con el apoyo del sector conservador! en el Poder Judicial. La fiscal que le sustituyó y asumió estas diligencias no apreció delito y pidió el archivo. Pero ya era tarde para parar todo este proceso. En el otro lado también se habían producido movimientos relevantes. Oltra ya era la vicepresidenta del Consell. Aparte de Compromís, la CGT, CC.OO y la Generalitat se habían sumado como acusaciones. Todos contra Jaraba. Finalmente, la Audiencia le absolvió y el Tribunal Supremo ha confirmado el fallo. Termina ocho años después una pesadilla para el exdirectivo quien, de momento, prefiere guardar silencio. Compromís no recurrió al alto tribunal porque no quería exponer al partido a una posible condena en costas, algo que finalmente sí se ha producido. Para esas labores, a coste cero para el partido, ya estaba la Generalitat, o mejor dicho, la Abogacía de la Generalitat que después de trasladar a este periódico que no recurriría la absolución, en un cambio de guión inesperado, decidió llevar la causa al Supremo. Ahora tocará pagar las costas. Mientras, en unos días, Oltra, acompañada del hombre más simpático de Compromís, Enric Nomdedéu, presentará una novela que trata, entre otras cosas, de un conseller valencianista que se ve atrapado por la instrumentalización de la Justicia. Casualmente, la misma idea que defiende Oltra, que se siente víctima de una persecución de la derecha más radical en la investigación de los abusos. Si agota su propia historia siempre puede recurrir a la de Jaraba, Marisa Gracia y demás tropa popular. Aunque quizá no sea del gusto del auditorio.
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