iván arlandis

La lengua por convicción o militante

EL ESTADO DE LA EDUCACIÓN ·

El próximo curso se implanta la Ley de Plurilingüismo en Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional. En Primaria supuso un retroceso del castellano

PABLO ROVIRA

Martes, 23 de febrero 2021, 07:36

Días de algaradas en torno a la libertad de expresión, que algún día merecerá escribir sobre esta banalización que ha convertido este requisito para el progreso social, por permitir el libre intercambio de ideas, en una defensa del insulto. Expresarse no es cargarse de razón; al contrario, es comprobar que el silencio a veces es el mejor de nuestros argumentos. Decía, entre días de protesta, que el domingo se celebró el Día Internacional de la Lengua Materna. Expresarse en la lengua de uno es, quizás, lo más básico y esencial de la libertad de expresión.

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La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, invita a «apoyar el multilingüismo y el uso de las lenguas maternas porque, a escala mundial, el 40% de las personas no tienen acceso a la educación en la lengua que mejor hablan o entienden» lo que, entre otras cosas, «dificulta su aprendizaje». Con la celebración de este día, la Unesco considera que «la Educación, basada en la primera lengua o la lengua materna, debe empezar desde los primeros años de escolaridad». La lengua de uno profundiza el aprendizaje.

Ya saben, sin embargo, varias cosas. Primero, que cuando la Unesco advierte sobre el arrinconamiento de las lenguas maternas en la escuela no está pensando en nuestro rincón del planeta. Pese a cierto victimismo de primer mundo, con perspectiva global, el reconocimiento público de nuestras lenguas es envidiable e imposible para cientos, miles de lenguas indígenas o minoritarias. Segundo, que la primera escolaridad se haga en nuestra lengua materna se condiciona, en el caso del valenciano, a la disponibilidad de la oferta y, en el del castellano, a que en Infantil no atrasen su presencia hasta Primaria. Tercero, que los modelos lingüísticos que hay en España, no solo el de la Comunitat, no se basan en la lengua materna del alumno, sino en la llamada lengua minorizada del territorio, estatus que se asocia a la vernácula.

Este debate es recurrente pero ahora cobra de nuevo vigencia. El próximo curso se implanta en Secundaria, Bachillerato y FP la Ley de Plurilingüismo, tras prorrogar su calendario este curso de pandemia, y los centros preparan ahora sus programas lingüísticos. Y vuelven las reivindicaciones porque esta ley -recuerden, la del reparto de porcentajes horarios para cada lengua- reequilibra la distribución vigente hasta la fecha. Triple impacto.

Primero, como explicaba LAS PROVINCIAS ayer, el modelo de Secundaria debe dar continuidad al programa lingüístico de sus colegios adscritos, por lo que está condicionado a lo decidido por otros. Segundo, como su implantación en Infantil y Primaria disminuyó la presencia del castellano en las aulas, esta reducción ahora se extenderá a las etapas de Secundaria. Tercero, la ley exige un mínimo del 25% de castellano y la introducción del inglés, por lo que también hay institutos que se enfrentan a la tesitura de tener que reducir la presencia del valenciano como lengua vehicular.

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Y todo esto en medio de una pandemia, con las dificultades que esto provoca para dedicarle tiempo al debate como han denunciado los padres de Covapa, y con la Lomloe en el horizonte y su tibia defensa del castellano como lengua vehicular. Más de 70 institutos ya han pedido a la conselleria que les deje «flexibilizar» su proyecto, es decir, reducir la presencia del castellano que marca la propia ley.

Ay, la diversidad, que dice la Unesco. Aquí manda la lengua por convicción o militante.

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