Dominic Cummings llevó a Boris Johnson a Downing Street de la misma manera que Iván Redondo entró en La Moncloa con Pedro Sánchez: con una estrategia basada de marketing bajo el brazo. Ambos catapultaron hasta la cima a sus clientes/jefes logrando manejar los hilos ... del poder en la sombra con métodos de propaganda rodeados de polémica. En los últimos días, los dos han comparecido en sendas sedes parlamentarias para dar explicaciones. Uno desde fuera del Gobierno y el otro desde el núcleo del propio Gobierno.
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Por venganza, afán de protagonismo o sincero remordimiento de conciencia, Cummings ofreció una comparecencia explosiva: «Se podrían haber evitado decenas de miles de muertes. Cuando los ciudadanos más nos necesitaron, el Gobierno fracasó. Me gustaría decir a las familias de los que fallecieron innecesariamente lo mucho que lo siento por los errores cometidos y por mis propios errores». Quien hasta noviembre fue mano derecha de Johnson fue más allá en su 'mea culpa': «Actuamos desastrosamente muy por debajo de los estándares que se le presuponen a un Ejecutivo». Sus declaraciones no sorprendieron tanto por el hecho de que se disculpara varias veces. En Londres están acostumbrados a escuchar a sus líderes pedir perdón públicamente. Por diversos casos lo hicieron Cameron y May, e incluso el propio Johnson hace unos meses a propósito de sus fallos en la gestión del coronavirus. Lo que llamó la atención es el ensañamiento verbal de Cummings contra su exjefe al que acusó de «incompetente». Y lo es porque sin él, Johnson no sería primer ministro y, sin él, el referéndum del Brexit posiblemente habría fracasado. Cummings fue el cerebro tanto de la campaña con la que triunfó por mayoría absoluta el líder conservador en las últimas elecciones, como la que dio una victoria del 'sí' a la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Sin embargo, desde que el primer ministro prescindió de sus servicios, el irreverente 'outsider' trata de dinamitar el modelo de hacer política que él mismo construyó actuando como el demiurgo que reniega de su obra toda vez que ha perdido influencia sobre ella.
El caso de Redondo es diferente. Él continúa gozando de la confianza de su presidente. De hecho, para que se visualizara su compromiso con Sánchez parafraseó un diálogo de la serie 'El ala oeste de la Casa Blanca': «Lo primero que tiene que hacer un asesor es tirarse por el barranco por su presidente y yo lo hago». Eso y el anuncio estrella de la Agencia Espacial Española eclipsaron su mensaje sobre la crisis sanitaria: «El mundo llegó tarde, Europa llegó tarde y España llegó tarde». Cero autocrítica. Era inimaginable que confesara algo similar a lo que reconoció Cummings en referencia a cómo coordinó el gobierno británico a sus sanitarios: eran como «leones dirigidos por burros». Es la actitud de un gurú expulsado de la selva frente a la de otro que lucha por permanecer en ella.
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