Letra y música de la decadencia
MARCADOR DARDO ·
Es un canto de sirena indudable, buscando aliados en EuropaMIQUEL NADAL
Viernes, 24 de febrero 2023, 00:16
Secciones
Servicios
Destacamos
MARCADOR DARDO ·
Es un canto de sirena indudable, buscando aliados en EuropaMIQUEL NADAL
Viernes, 24 de febrero 2023, 00:16
Se puede hacer creer a los inocentes que los conflictos son complejos, aunque en la mayoría de los casos, son de párvulos de ética, y se utiliza la supuesta complejidad como salvoconducto apara desatender a las víctimas. Yo en esto soy muy de lo que decía el escritor y activista Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz: «Juré no callarme nunca cuando en el sitio que sea haya seres humanos que aguantan el sufrimiento y la humillación. Debemos siempre tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al perseguidor, nunca al perseguido». Wiesel no tuvo que leerlo en ningún manual. Lo comprobó en un tren con paradas en Birkenau, Auschwitz y Buchenwald. Enseña la historia que no suele traer buenos resultados consentir ni hacer tratos con la maldad. Basta recordar a Chamberlain con su política de apaciguamiento frente a la Alemania de Hitler, como potencia agresora, la «appeasement policy», para demostrar que las carantoñas y las renuncias territoriales solo sirvieron para exhibir la debilidad, ni siquiera para ganar tiempo, y concluyeron en la maldad del genocidio. La cobardía no es buen negocio en política exterior. En el asunto de la invasión de Ucrania, salvo para demagogos y corruptos, tampoco debería ser tan difícil, ni se requiere un complejo diagnóstico, para saber en qué lado situarse. Aunque en determinados programas de televisión, en los del misterio y en el resto, se prodigan militares en la reserva camuflando la equidistancia con amables y neutrales pinceladas de geopolítica, y de antiamericanismo conspiranoico. Y allá se apañen las víctimas, mientras no nos toque de cerca. En su discurso del martes, el presidente Putin, además de advertir que Rusia era invencible, proclamaba que la pedofilia se había convertido en la norma en Occidente, y fustigaba «la destrucción de la familia y de la identidad nacional» en los países occidentales, con ataques a los matrimonios homosexuales. «Debemos defender a nuestros hijos de la decadencia». Es un canto de sirena indudable, buscando aliados en Europa. La música y la letra de la canción suenan demasiado cercanas a la extrema derecha, y sorprende comprobar que esa supuesta cruzada moral de Putin, impugnando la decadencia, no haya contado con una impugnación global de esa izquierda que se pretende radical y consecuente, ni del activismo LGTBI, cuando tantos motivos hay para denunciar su repugnante mensaje de intolerancia. Uno trata de encontrar convocatorias para concentraciones ante los consulados y embajadas de Rusia, y no las encuentra, porque no existen, y hasta llega a pensar que la letra y la música de la decadencia excitan por igual a los enemigos de la libertad, en un extremo o en otro del tablero.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El rincón de Euskadi que te hará sentir en los Alpes suizos
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.