El levante

Insistía Enric Morera ayer en Twitter que el «levante», como entidad administrativa diferenciada en España, no existe. Se lo decía a una televisión que, como otros medios madrileños, seguía empeñada en afirmar que la gota fría arrasaba «el levante». No es la primera vez que Morera lo intenta, pero, a juicio del efecto que logra, diríase que predica en el desierto, valga la paradoja en estos días.

Sin duda, «levante» es una referencia geográfica que sustituye a «este». De hecho, los antiguos hablaban de «pueblos de levante» refiriéndose a los fenicios y sus vecinos pues venían del este del Mediterráneo. Por tanto, no es descabellado hablar de «lluvias en puntos del levante peninsular» como referencia geográfica, aunque es cierto que nunca se dice «poniente» para referirse a Extremadura.

El problema viene por el uso y abuso de la expresión en tiempos franquistas y la asociación de esa denominación con una visión que determinados grupos nacionalistas consideran centralista y madrileña. La queja tiene sentido cuando se utiliza como sinónimo de «Comunidad Valenciana». Así se entiende el tuit del presidente de Les Corts que recordaba nuestra historia como Reino aunque luego incluyera el «País» con el mismo rango y lamentara que nos quedáramos en «Comunidad». El pecado madrileño está en considerar que Valencia es el Levante español. Y es un error no solo porque ignora la identidad valenciana y su historia, como señalaba Morera, sino también porque eclipsa a Murcia, la otra comunidad a la que se suele incluir en esa noción. Murcia aún tiene más motivos que Valencia para quejarse de que su personalidad quede diluida en la entidad inexistente pues rara vez aparece sola cuando algún fenómeno o acontecimiento tiene lugar en varias zonas de la costa mediterránea. A poco que el hecho salga fuera de la comunidad murciana, ésta pasará a convertirse en «Levante» en el relato público. Porque ésa es la expresión que utilizan muchos para referirse a la España mediterránea cuando se habla del sureste. «Levante» también podría aplicarse a la Costa Brava, sin embargo, cuando se trata de Cataluña, o de Valencia junto a Cataluña, nunca se utiliza, como si «levante» fuera, en efecto, no un punto cardinal sino una entidad histórica.

Hay que reconocer que los valencianos solemos ser tan sensibles con esa denominación como con la receta de la paella. Cuando un madrileño nos dice eso de «por allí, por levante, lo hacéis de otra forma», se nos llevan los demonios. Una cosa es dar información meteorológica con expresiones geográficas, que es lo suyo, y otra considerar que el sureste de España forma una entidad individualizada e inseparable. Ahora bien, que el asunto se convierta en un ariete contra el españolismo no beneficia a su superación. No es un tic centralista sino una pereza habitual que excluye la singularidad identitaria de quienes componen esa entidad llamada «levante».