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Libros

En diagonal ·

ROSA BELMONTE

Viernes, 30 de agosto 2019, 07:43

En Bombay, el juez ha preguntado a un activista por qué tenía en su casa un libro sobre una guerra en otro país. La policía le encontró títulos cuestionables. El juez le preguntaba por 'Guerra y paz', de Tolstoi. No hay que ir a las marcianadas de Roy Cohn y David Schine (colaboradores de McCarthy) en 1953 purgando las bibliotecas europeas de los centros culturales estadounidenses de libros comunistas. Se fijaron en 'Moby Dick'. A Enid Blyton ya le habían cambiado los textos de 'Los cinco' (todo lo que oliera a sexista o racista). Antes Jorge «odiaba ese tipo de labores propias de las chicas, tales como hacer las camas y fregar los platos». Después: «Jorge se hizo la desentendida, odiaba ese tipo de cosas que le gustaban a Ana, como hacer las camas y lavar». Cómo no van a rechazar ahora poner su cara en una moneda. No se puede leer a Céline, a Knut Hamsun, a Waldemar Bonsels, a Mark Twain, a Blyton. ¿Qué nos queda? ¿Almudena Grandes?

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