LODE-LOGSE-LOE-LOMCE-LOMLOE-LOE
La sucesión de leyes educativas, la mayoría de ellas impulsadas por gobiernos socialistas, ha provocado una catástrofe en la enseñanza, según el autor
VICENTE MORRO LÓPEZ
Miércoles, 25 de noviembre 2020, 07:49
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VICENTE MORRO LÓPEZ
Miércoles, 25 de noviembre 2020, 07:49
He tomado como punto de partida la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE), de 1985. Dirás, con razón, estimado lector, que entonces faltan dos leyes, la LOPEG (1995) y la LOCE (2002). Pero es que la LOPEG, ley socialista, fue derogada por la LOE de 2006, también socialista, y la LOCE, ley nonata, fue abortada (¡qué querencia!) por Zapatero, de forma torticera.
Contra el tópico habitual de que cada Gobierno que entra hace su ley de educación, en realidad la legislación educativa española de los últimos 35 años ha estado dominada, en todas las acepciones del término, por leyes socialistas. Es decir, 28 años frente a los 7 que ha durado la LOMCE, que además solo era modificación parcial de la LOE. Para algunos era una blasfemia profana que alguien hubiera osado asaltar los cielos del sacrosanto olimpo pedagógico socialista.
El título puede parecer un galimatías, pero refleja gráficamente la situación que realmente estamos viviendo en nuestro sistema educativo. Con esta contrarreforma volvemos a la LOE, que junto a la LOGSE de 1990, ha llevado a nuestro sistema educativo a los últimos puestos en las evaluaciones educativas internacionales.
Con la aprobación en el Congreso se ha consumado la primera parte de esta nueva fase del proceso de deconstrucción del sistema educativo español. El engendro LOMLOE, con forma de bodrio, fue aprobado por la mínima, con el apoyo de solo el 51,75% de la cámara, ¡Y criticaban a la llamada ley Wert su falta de apoyos!
Puede que alguien se sorprenda porque haya calificado de «engendro» la LOMLOE, pero es que es una descripción ajustada, según el Diccionario de la Lengua Española: «plan, designio u obra intelectual mal concebido». Quizá el único exceso sea hablar de «obra intelectual». Y he dicho que tiene forma de «bodrio», porque volviendo a la autoridad del Diccionario, es una «cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto».
El 12 de noviembre se cumplieron quince años de que miles y miles de ciudadanos de toda la Comunitat Valenciana, junto con cerca de 1.500.000 de personas, nos manifestáramos en Madrid reclamando una educación de calidad y en libertad, oponiéndonos a la LOE. Actualmente, miles y miles de ciudadanos valencianos, oponiéndonos a la LOMLOE, junto a más de otro 1.500.000 de personas, hemos firmado y apoyado un manifiesto que tiene que volver a reclamar una educación de calidad y en libertad.
Este Proyecto de Ley tiene muchos graves aspectos: la eliminación de la demanda social y del derecho a elegir de las familias, la eliminación del español como lengua vehicular, las limitaciones a la creación o ampliación de centros de iniciativa social, la eliminación del concierto a la educación diferenciada, la creación de nuevas asignaturas de contenido ideológico o adoctrinador, la eliminación progresiva de los centros de educación especial, la degradación de la asignatura de Religión o la sustitución del derecho constitucional a la educación por un supuesto derecho a la educación pública.
Un proyecto, el de Celaá y Tiana, pero también el Sánchez, Iglesias, Montero, Rufian, Errejón o Urkullu entre otros, que no ha buscado consenso alguno con una parte relevante de la comunidad educativa y ha generado una gran fractura en ésta, pero también en la sociedad y en la política. Un Proyecto de Ley, ideológicamente sesgado, que perjudica tanto a la red pública como a la concertada, complementarias en nuestro sistema educativo.
Una norma que pretende un recorte absoluto en las libertades y derechos de los primeros responsables de la educación de los hijos, sus padres, y en los de alumnos, titulares de los centros y profesores y demás profesionales de la educación concertada, totalmente ignorados. Recorte que se produce con total desprecio a las libertades y derechos reconocidos en la Constitución Española, y en una larga serie de tratados internacionales de los que España es parte, así como ignorando recientes sentencias del Tribunal Constitucional y la jurisprudencia del Supremo y, en el ámbito específico de la Comunitat Valenciana, diversas resoluciones del Síndic de Greuges, defensor de los derechos y libertades del Pueblo Valenciano. Un proyecto, en fin, que amenaza seriamente el presente y el futuro de nuestro sistema educativo.
Hace poco, el profesor Luri, uno de los mayores expertos en educación de nuestro país, declaraba que este Proyecto de Ley era enemigo principalmente de los alumnos más pobres, de los más vulnerables, pues vaciando la escuela de conocimientos, se dificulta, cada vez más, la promoción social.
Escribí, hace días, un tuit que, parafraseando a Leire Pajín, decía que había habido una nueva confluencia astral histórica, pero esta vez a ambos lados del Embalse de Alarcón, con la coincidencia de dos "liderazgos progresistas", con un solo estilo y un solo pensamiento -o un pensamiento único-: la peor Ministra de Educación (¡cuánto cuesta escribirlo con mayúsculas!), Isabel Celaá, y el peor Conseller de Educación (sigue costando), Vicent Marzà. Algo malo debemos haber hecho los valencianos en nuestra historia para merecer semejante castigo.
Permíteme, lector, terminar remedando el célebre microrrelato de Augusto Monterroso. «Cuando se despertaron, la LOMLOE ya no estaba allí». Elige tú, especialmente si quieres ser protagonista, el final del cuento que te han contado sobre un supuesto «nuevo modelo educativo»: a) porque el Tribunal Constitucional declaró su inconstitucionalidad; b) porque un nuevo Gobierno la derogó: c) porque la comunidad educativa y la sociedad civil consiguieron, cívica, pacífica y democráticamente, como siempre, frenar sus funestas consecuencias.
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