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En la Valencia de mi infancia, en la de los años setenta, la EMT se llamaba Saltuv. Las ventanas se abrían hacia abajo apretando a ... la vez una pestaña negra. No era fácil, costaba mucho conseguirlo porque solían atascarse. Convenía que corriera el aire porque por entonces se podía fumar dentro y era cuando todo el mundo lo hacía. Los autobuses no eran rojos, eran verde claro. Como sepias. Echaban mucho humo y rugían. Distinguías tu autobús en la distancia aunque no vieras el número de la línea porque la serigrafía era estrecha. Pero cuando lo veías a lo lejos sabías, íntimamente, que ese bus era el tuyo.
Los billetes eran como sellos alargados pero con muchos números y de color salmón. Al menos en mi recuerdo. También podías 'ticar' con un alargado bonobús e invitar a tus amigos a cambio de la correspondiente merienda aunque después aparecía marcado en tinta la hora exacta, el número de veces y la línea que habías usado: la mejor herramienta para el control parental.
Pues hoy, pese a que entre mis planes no estaba dejarme llevar por la nostalgia, les comparto mi profunda tristeza tras conocer que van a desaparecer los míticos números de líneas 79, 80, 89 y 90 de los autobuses de la EMT. Seguirá todo igual, sí, porque los recorridos se mantienen, pero será diferente. Consecuencias de los nuevos tiempos, de las nuevas formas de la política de ahora que manifiesta su gestión con acciones como esta. Será para mejor, no sé. Lo cierto es que ahora serán las líneas C2 y C3.
Puede que sea una decisión intrascendente pero, como les decía, no deja de despertar nostalgias. Para mi el 79 y el 80 significa ir al colegio. Es mirar por la ventanilla cuando pasabas a la vuelta por la puerta de Jesuitas. Son las primeras salidas de lo que ahora llamamos tardeo y que por entonces era ir a merendar por la zona de Cánovas y el primer Kentucky que se abrió en la ciudad. Son las primeras escapadas a Madrid porque te llevaba a la Estación de Autobuses donde enlazabas con el Autores. Es ir a comprar libros al VIPS en domingo cuando no había FNAC ni libertad de horarios. Es ir a Nuevo Centro. Es ir a ver a la familia. Entonces vivías sin prisa y si te pasabas de parada lo dejabas correr. Si te equivocabas de sentido daba igual porque con el ímpetu de la edad cruzabas la avenida a toda velocidad y así lo arreglabas.
En fin, nuevos nombres para viejos trayectos. Pero todo cambia. El rojo es ahora su color, la retro iluminación los identifica con claridad en la distancia. El aire acondicionado les da confort. La energía eléctrica ahorra ruido y emisiones. Las app te lo resuelven todo y la inteligencia artificial nos avisa con tiempo en el móvil de su llegada. ¿Vamos a mejor? Llámenme antigua pero para mi siempre será el 79.
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