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SR. GARCÍA
Si tu madre te dice que te quiere

Si tu madre te dice que te quiere

Sala de máquinas ·

Lunes, 28 de octubre 2019, 07:48

Al parecer, nos encontramos ante un grandioso error. Un error incomprensible para los profesores alemanes que hace más de una década pronosticaron que el último periódico de papel desaparecería en 2018. Cuando le comunicaron esta sentencia de muerte a Eugenio Scalfari, fundador del periódico romano la Repubblica, sólo se atrevió a preguntar, modestamente: «¿y han dicho a qué hora será?». Alguna vez se nos ha anunciado el fin del mundo y muchas veces la muerte de la prensa, no ya de la impresa, sino de toda la prensa, porque los periodistas suponemos un estorbo para cierta gente, que preferiría que nuestro papel fuera innecesario o sustituido; sólo porque muchas veces somos un testigo incómodo. Lo hemos visto hace unos días en las calles de Barcelona.

Naturalmente, las cosas no funcionan así. Cuando cada uno de ustedes se levanta por la mañana, coge el móvil y entra en lasprovincias.es, forma parte de los casi cinco millones de usuarios diferentes que se informan a través de nuestra cabecera. Cuando vuelven a tomar el móvil a lo largo del día contribuyen a consumir las 35 millones de páginas vistas que servimos a nuestra audiencia digital cada mes. Aparte, al cabo del mes, Las Provincias también distribuye otros 25 millones de páginas a los compradores de la edición impresa. Cuando usan el PC, el móvil, las redes sociales o google y entran en lasprovincias.es están informándose no sólo a través de la marca decana de la Comunitat Valenciana, sino también a través de la marca periodística líder de la Comunitat Valenciana. Con más de 1,2 millones de usuarios de ventaja sobre el segundo periódico más seguido. Y con un 500% más de usuarios sobre el primer medio nativo digital, al que superamos en más de treinta millones de páginas vistas. Nuestras versiones digitales se actualizan constantemente y cuentan con cuatro ediciones diarias. Cada día producimos en los distintos soportes 350 noticias, más de 200 fotos, una veintena de artículos de opinión, vídeos y cientos de comentarios en la web.

«La independencia de un medio empieza en la cuenta de resultados y acaba en el titular de la primera página, no al revés»

Por eso somos también líderes como plataforma publicitaria de la prensa escrita (tanto impresa como digital) para las empresas, las entidades no públicas y el sector privado. De aquellos en definitiva que se juegan su dinero e invierten sus presupuestos buscando el mayor retorno posible para sus productos y servicios. Nosotros bien podemos decir eso de que la publicidad nos hace libres. Porque nos permite no depender de un político, de una institución, de un grupo de presión o de un colectivo determinado. La confianza de muchos cientos de anunciantes y muchos miles y millones de lectores garantiza nuestra autonomía de crítica y nos permite ejercer con libertad el derecho de información y opinión de la ciudadanía. Como alguna vez ya hemos repetido, la independencia de un medio de comunicación empieza en la cuenta de resultados y acaba en el titular de primera página, y no al revés.

Por eso mismo tenemos que seguir avanzando en sistemas de pago para las noticias, que complementen los ingresos publicitarios. Las noticias tienen un coste de producción y un valor indudable para el mercado y para la sociedad, y antes o después será reconocido, igual que ha pasado con el cine y las series, la música o la industria del libro. Ya lo adelantó hace un siglo Julio Camba. Decía: «tenemos el problema de que ahora los periodistas pretenden pagar el alquiler de su casa y hacer dos o tres comidas al día». Por entonces arrancó el concepto de prensa moderna, hasta esa época refugio de bohemios, genios, canallas y menesterosos. Camba se reía de sí mismo y de los periodistas que se consideraban unos genios, porque «en España hasta los albañiles trabajan por inspiración». «Pero -añadía Camba- el público de los periódicos no quiere genios, quiere enterarse de lo que pasa en el mundo con la mayor exactitud, con la mayor rapidez y con la mayor claridad posible». Y la prensa encontró su senda, una senda próspera durante muchas décadas. Hasta que la revolución digital lo ha cambiado todo. Hace poco lo explicó el presidente de Telefónica en una visita a Valencia. Álvarez Pallete expuso con brevedad su problema: «Telefónica ha estado durante 95 años cobrando por la voz y ahora la gente ya no quiere pagar por la voz, pero sí está a dispuesta a pagar por los datos».

«Si el 25% de los contenidos que circulan por la red son falsos o manipulados por robots, todavía hay sitio para el periodismo»

A cada cual, la revolución digital nos crea situaciones específicas. Los medios tenemos el desafío de los cobros por contenido, pero no sólo ése. Al mismo tiempo que damos más noticias que nunca y más rápido que nunca nuestros errores también se han incrementado más que nunca, al menos en esta etapa iniciática que todavía atravesamos. En los viejos tiempos, como dicen los ingleses, había reglas sacrosantas que se aprendían desde que uno entraba de becario en la redacción, era una formación lenta y artesanal, había que sudar el escalafón. Se atribuye a un jefe de sucesos de la agencia neoyorkina City News la siguiente norma inviolable para los novatos: «si tu madre te dice que te quiere, contrástalo». Ahora, la verdad, nos vemos obligados a confiar no ya en nuestras madres, sino en más fuentes de las que debiéramos, debido a la ultrapresión de inmediatez y urgencia con la que trabajamos. En parte es un problema físico entre recursos disponibles y producción, en parte un aprendizaje cultural pero también tenemos que aceptar un elemento nuevo que lo cambia todo, radicalmente. Hasta hace poco las noticias se contaban cuando los hechos ya habían concluido, las coberturas se hacían a toro pasado; respecto a un pasado inmediato, sí, pero un pasado resuelto. Ahora las noticias se cuentan en directo por las televisiones y las webs, mientras están sucediendo los hechos o incluso desde antes de suceder. Esto supone un cambio absoluto, transformador, porque deja al periodismo sin la distancia crítica necesaria con la que siempre ha trabajado; lo deja sin la ventaja del espacio y del tiempo. Y nos obliga a volver a aprender a nuestro trabajo.

Pero en las mismas carretas de las dificultades llegan también las oportunidades. Según Telefónica, el 50% del tráfico total de internet lo generan robots y no personas, y la mitad de ese tráfico creado por robots es un tráfico nocivo. No busquemos más. Ahí tenemos la solución. Si el 25% de los contenidos totales que circulan por la red son falsos, nocivos o manipulados por robots, todavía hay sitio para el periodismo, bajo los principios de siempre. Siguen haciendo falta buenos profesionales que proporcionen una información veraz y rigurosa a sus lectores. Y siguen haciendo falta empresas editoras que renuncien al beneficio fácil, al beneficio por cuenta de otros, para servir también a sus comunidades, con una información veraz y rigurosa. A eso nos encomendamos de nuevo en Las Provincias. Así que, periodistas, tened cuidado ahí fuera, y cuando alguien os diga que os quiere, aunque fuera vuestra madre, recordad el aviso del jefe de sucesos del City News: hay que contrastarlo.

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