Recorro la plaza de Jacinto Benavente donde se encuentra el Teatro Calderón y en sus puertas observo una interminable cola para acceder a la función musical de las 17h. Se solapa con otra que se dirige al interior del Teatro Fígaro, justo a unos metros ... más abajo, por la calle del Doctor Cortezo. Es el centro de Madrid y sin duda, su actividad está muy por encima de la tercera ciudad de España, Valencia, y es de suponer que de Barcelona. Todo el comercio está abierto y funcionando sin la presencia tan descomunal de carteles callejeros de 'se alquila' o 'se traspasa' que inundan locales en el resto de ciudades de España. La gestión de la pandemia ha dejado ciudades de primera y de segunda y el ejemplo más claro es el de la capital de España, que «juega» en Champions.
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La decisión de no cesar la actividad durante la pandemia puso en el centro de todas las dianas al gobierno autonómico y local, popular para más señas. Sin embargo no hay más que pasear por las calles de Madrid para darse cuenta de que la tan ansiada «normalidad» existe, aunque sea pasada por el filtro de las mascarillas. El transporte público va a tope, los restaurantes con lista de espera, cines, teatros, salas de baile, trabajando como antes de la pandemia y cumpliendo con las medidas de seguridad. Las que tocan, sin excesos como en otras comunidades bajo el pretexto de todo tipo de restricciones en defensa de la salud, que lo aguanta muy bien el papel y es irrebatible, pero que en ocasiones no se ajusta ni a la eficacia, ni al sentido común.
La Comunidad Valenciana roza el 90% de vacunación y tras pasar con muy buenos resultados la prueba de las Fallas en septiembre con una mínima incidencia, seguimos «acogotados» y con el miedo metido en el cuerpo. La vacuna funciona, tan cierto como que quienes tomaron decisiones poco valientes nos han metido en un buen agujero.
Es hora de subir al tren, urge hacerlo antes de perder la oportunidad y quedarnos en el vagón de cola. Cada día que pasa sin activar la normalidad es un día perdido para la evolución de nuestra economía con más carteles en locales de 'se alquila'. Madrid es una locomotora, inalcanzable y posicionada extraordinariamente. Barcelona hace deméritos propios para hundirse y nosotros, la Comunidad Valenciana, sin saber aprovechar la oportunidad para ocupar la vacante de la segunda ciudad de España.
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Con la casi totalidad de población vacunada, instauren la normalidad, dejen hacer, dejen crecer, dejen trabajar y reflotar todo lo que han hundido falsamente en nombre de la salud.
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