Urgente La A-7, colapsada con más de 10 kilómetros de atascos este jueves

Miren que ha hecho barrabasadas el Gobierno de Pedro Sánchez en estos últimos cuatro años, pero lo de culpabilizar a través de los nuevos libros ... de texto de tercero de secundaria de la crisis alimentaria y energética que sufren los venezolanos a las sanciones impuestas por los Estados Unidos a la narcodictadura chavista es de una especial abyección.

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Alguna vez he contado en esta misma columna que conozco Venezuela desde el año 2003. He podido observar desde entonces su paulatina degradación, a través de los ojos de los propios venezolanos que me rodean más que por un estricto trabajo de campo. Duermo con la tragedia venezolana cada noche. Con ese sentimiento inexpresado, íntimo y silencioso del que es golpeado por la posibilidad de acabar enterrado fuera de su patria. Por supuesto que la crisis alimentaria y energética no nace con las sanciones de Trump a Maduro en el recientísimo año 2020, nace con la propia llegada de Hugo Chávez al gobierno en diciembre de 1998. Yo he sido testigo de las largas colas de coches, muchos de ellos desvencijados, esperando para repostar; he acompañado en su angustia a aquél que no encuentra un simple medicamento para el catarro, un paquete de arroz o de servilletas o un cuarto de pollo; he soportado el insufrible calor del sur del lago de Maracaibo mientras se recupera el fluido eléctrico; he cargado con fajos y fajos de billetes en bolsas de plástico que no valían ni el precio del papel en el que estaban impresos... Y de todo esto hace casi una década. No quiero ni imaginar el día a día de ese pueblo que ha caído hoy en el olvido mediático internacional. Afortunadamente, todos mis allegados han podido salir ya; la fortuna del que tuvo adónde escapar, la desgracia del que fue empujado al destierro. Dentro de unos años, quizá ya esté sucediendo, volverán de allá los viajeros curiosos contando cómo sonríen aquellas gentes pese a no tener casi nada que llevarse a la boca. Siempre la misma cantinela almibarada y bobalicona de los moniatos del primer mundo que tanto ha colaborado a eternizar las satrapías comunistas como la cubana o la nicaragüense. Pero la mía no es una crítica en exclusiva a esos desalmados que forman parte del ejecutivo español actual, también es una llamada de atención a la propia comunidad de venezolanos en España. Nunca dejéis de contar vuestro drama como si de una misión pastoral se tratara. Organizaos y plantad cara a estos miserables que pretenden borrar de la Historia su complicidad y vuestro inmenso dolor. Y como vuestra educación no os lo permite, ya lo digo yo: ¡Maldito sea este Gobierno!

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