Se acerca uno de los momentos decisivos de la temporada para el Valencia. No es la Copa del Rey que hoy comienza en Utrillas ni ... tampoco el importante duelo liguero del domingo ante el Celta en Balaídos. El pasado fin de semana, en la Liga, vivimos una impresionante demostración de valencianismo en un Mestalla que si hubiera tenido 40.000 pancartas 'Lim Go Home' habrían sido 80.000 manos levantando su grito al cielo. Pese a que Murthy y los suyos tratan de cercenar la libertad de expresión de la gente a través de sus redes sociales o LaLiga a través de las imágenes en televisión, la afición de este club centenario volvió a demostrar que está muy viva y que va a pelear por su club por encima de sus dueños. Lo vivido el sábado ante el Rayo fue emocionante pero sólo es el anticipo de lo que se vivirá el 11 de diciembre en la manifestación preparada por todos los colectivos opositores a Meriton. Cuanto más aprieta Lim a esa empresa que no le importa nada más se defienden los verdaderos dueños del club que sí sienten sus miserias.
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Si nos pareció importante mostrar al planeta lo que siente el valencianismo el pasado sábado imagínense la vital trascendencia de las imágenes que mostrarán al mundo a miles de murciélagos señalando al responsable de hacer a un club grande más pequeño que nunca. Nadie fallará y enorgullece ver al valencianismo tan vivo pese a los golpes recibidos.
Por cierto, cuando lean esto yo estaré de camino -o ya allí- a la cuenca minera turolense para asistir en Utrillas al debut del equipo de Bordalás en la Copa. Recuerdo al Getafe de Bordalás en aquella eliminatoria mágica ante el Valencia de Marcelino en la que Rodrigo remontaba en el descuento una eliminatoria imposible en Mestalla. Se desató la locura, los jugadores salieron al balcón y aquella noche acabó siendo la llave para ganar el último titulo en las vitrinas valencianistas. Bordalás vivió en primera persona -aunque en el lado villano de la película- lo que significa el torneo más bonito del año para los aficionados ché. Pero también recuerdo al Getafe de Bordalás siendo eliminado en varias ocasiones por equipos de inferior categoría a lo largo de su trayectoria como técnico azulón. Tortazos que hicieron ser a su Getafe noticia en toda España desde el lado del fracaso.
Es importante que el técnico del Valencia recuerde hoy ambas cosas; la Copa es muy importante para toda esa afición a la que idolatra y pondera en cada rueda de prensa. Hoy es el día de demostrar que realmente valora a su afición y al torneo que comienza. El Valencia no está en disposición de ganar la Liga y no juega en Europa pero, en los próximos dos meses, podría plantarse en las semifinales de un torneo que regala una final y una posible plaza europea sin necesidad de penar cada semana. Ocho partidos separan a todos los clubes de un título. Ocho partidos separan al Valencia de hacer feliz a todo el mundo menos a Meriton (ya saben lo que ocurrió con Marcelino en 2019).
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Quizá en el Getafe las obligaciones eran otras y caer en la Copa con los suplentes era más un desahogo que un problema. Pero Valencia es diferente; quizá sus jefes sean mediocres pero su club y la gente no. El valencianismo es grande y merece grandeza. Si hoy no la puede disfrutar en la Liga que la encuentre en la Copa. El año pasado, sin ir más lejos, Paco López llevó a su Levante a una semifinal copera jugando con la mayoría de titulares desde la primera ronda. Esa es la clave, además de tener suerte en los sorteos, claro. Son sólo ocho partidos y, muchos de ellos, ante equipos de inferior categoría. No le falle a su gente, señor Bordalás. No en la Copa.
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