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Me gusta Manolo Mata. El político Manolo Mata, para que nadie se llame a engaño. Sus intervenciones desde la tribuna de Les Corts, el enfrentamiento dialéctico que acostumbra a mantener con sus opositores y que permite convertir en atractiva más de una sesión parlamentaria, su predisposición a dar la cara y lo reveladores que resultan muchos de sus gestos. Difícil olvidar aquella imagen en la que optó por hacerle casi una reverencia a Alexis Marí después de que el ex de Ciudadanos consumara con su voto lo que era un secreto a voces: su complicidad con el tripartito.
Pero no encuentro especialmente hábil al portavoz del PSPV la última semana. Desde que estalló la 'Operación Alquería', que acabó con la detención del hasta el lunes presidente de la Diputación pero aún concejal de Ontinyent Jorge Rodríguez, las declaraciones de Mata no han sido de las más afortunadas.
Apenas habían pasado unas horas de la detención de su compañero de filas y el sindíc del PSPV ya calificaba la actuación policial de «desmedida y desmesurada por innecesaria». «No sabemos muy bien lo que hay», añadía. Inconcebible entonces no haber sido más prudente. Como mínimo, hasta que los detenidos pasaran a disposición judicial para conocer los cargos de los que se les acusaba.
Sus valoraciones sirvieron para abrir fuego político contra la operación policial y judicial. Sólo hay que revisar la cascada de declaraciones del día de autos. También, contra su propio partido. Ahí están los pronunciamientos en contra de las medidas adoptadas por Blanquerias desde nueve agrupaciones comarcales socialistas. O esos esperpénticos recibimientos de los partidarios de Rodríguez con prolongados aplausos. A Cifuentes también la aplaudieron a rabiar en la convención del PP de Sevilla.
Con más prudencia en sus declaraciones, señor Mata, el efecto contagio, quizá, no hubiera alcanzado al delegado del Gobierno. Sus palabras al cuestionar el dispositivo de la policía, que está bajo su mando, lo perseguirán durante tiempo. Por eso, sólo horas después de que Fulgencio confundiera su papel institucional con el partidista, la réplica del TSJ llegaba en forma de felicitación expresa del juez a la Policía por el operativo. También del SUP, el principal sindicato policial, quien ya le ha exigido que rectifique.
Y hasta tiempo para la reflexión ha tenido el portavoz del PSPV: «¿No nos estaremos pasando?, se pregunta en relación a las líneas rojas aplicadas tras la detención de Jorge Rodríguez. Posiblemente, Manolo Mata. Pero seguro que usted tampoco ha olvidado a Serarín Castellano aturdido, sin gafas y con la chaqueta echada en las muñecas para taparse las esposas, ni el helicóptero que sobrevoló el Palau de les Arts por si Helga Schmidt se escapaba por la azotea, y entonces las reflexiones que hacían eran que la justicia funciona y es igual para todos. Pues eso. Para todos.
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