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Pienso en la popular María José Catalá como alcaldesa de la ciudad de Valencia y en la noticia de la máquina que donó Amancio Ortega que, a día de hoy y después de más de un año, aún está sin instalar por la falta de ... permisos de licencia de obra. Lo que a Ribó no le supone tensión alguna, a Catalá la fundirían tras conocerse la noticia adelantada por LAS PROVINCIAS. En nombre de la moralidad sería acusada, como poco, de inhumana por no poner en marcha una máquina que ayudaría a salvar vidas. Esto es lo más suave que se encontraría con la supuesta oposición (los que ahora gobiernan) y de ahí para arriba sin olvidarse de acabar acusándola de fascista, que se lleva mucho en estos días.
¿Es la obligación de un medio de comunicación alertar de las incompetencias o nos hemos acostumbrado a que los responsables políticos no ejerzan? Ambas opciones son válidas si tenemos en cuenta que, de unos años a esta parte, caen en manos de los técnicos la responsabilidad de admitir o rechazar permisos; es decir, de gobernar. De igual manera que los jueces se ven obligados a tomar decisiones que corresponden al ámbito de la política, son los técnicos quienes ejecutan el desarrollo de las propuestas de principio a fin.
Este es un país de imbéciles en el que se critica a empresarios como Amancio Ortega por donar millones de euros en material para combatir el cáncer, tecnología sanitaria o poner su logística al servicio del gobierno. Mientras perdemos tiempo en demagogia, hay una máquina pudriéndose en algún cuartucho a la espera de que los técnicos municipales de turno tengan a bien otorgar la licencia. A esos técnicos les caen todos los meses por castigo un sueldo fijo sin temor a pandemias, ni ERTEs, sin olvidar al correspondiente concejal, responsable de las miles de peticiones de licencias de obras que por suerte generarían puestos de trabajo y a las que debe dar salida.
Mal van si se creen que la inauguración en la previa electoral de dos obras emblemáticas como la de la plaza de Brujas y plaza de la Reina les va a asegurar la reelección. La falta de entendimiento entre Psoe y Compromís pasa factura y lastra a la tercera ciudad de España. Lo de la máquina de la Fundación Amancio Ortega es una más que se suma a la larguísima lista de motivos por los que el gobierno municipal de Valencia que encabeza Ribó, empieza a hacer aguas después de dos años de incapacidad en la gestión.
Hoy el alcalde Ribó tendrá una jornada tranquila y feliz, sin embargo, a Catalá le hubieran dado una semanita complicada de embarazo.
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